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López Nieto, la afición y el espíritu de Brizuela

Cuando Antonio Jesús López Nieto accedió a la presidencia se encontró un club desmotivado. Se propuso recuperar ‘aquel Unicaja’. Un equipo familiar y competitivo que con su casta y fidelidad dejó pequeño el coqueto pabellón Ciudad Jardín, que pasará a llamarse Alfonso Queipo de Llano en recuerdo a uno de los padres del baloncesto de Málaga. Volver a las raíces fue coger impulso para dar dos pasos adelante. Eso, y acertar con director deportivo (Juanma Rodríguez), entrenador (Ibon Navarro) y, por supuesto, la plantilla. Los fieles despertaron y el Carpena vuelve a ser una caldera. 8.000 personas de media que no paran de apretar desde el ambiente de siempre. “Queremos molestar a los grandes” fue su declaración de intenciones.

El planeado resurgimiento sostenido ha tenido su reflejo en esta eliminatoria de Copa contra el Barcelona donde los malagueños no partían como favoritos. Los verdimorados no se dieron por vencidos, compitieron y no se fueron abajo cuando los azulgranas parecían despegarse. El triple del flemático Osetkowski ayudó para llegar a la prórroga cuando pintaban bastos. Perry calmaba a Ibon Navarro cuando los árbitros le pitaron una técnica para hacérsela mirar… Y, por supuesto, el espíritu de Brizuela. ‘La mamba vasca’ aparece cuando se le necesita. Defensa, valor y triples inverosímiles. 27 puntos y llanto final. Su pequeño hijo salió adelante tras haber estado en la UCI.

Ibon Navarro, en el partido ante el Barça.
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Ibon Navarro, en el partido ante el Barça.RODOLFO MOLINADiarioAS

La afición. ¡Qué manera de animar en las buenas y en las malas! Escuchar a esos 400 incondicionales entonar a capela el bonito himno de Pablo López ‘Tu bandera’ pone los pelos de punta. Con mucho que ganar ahora afronta la semifinal contra el Real Madrid, a quien derrotó en la recordada final de 2005 disputada en Zaragoza con Sergio Scariolo en el banquillo. El Unicaja de siempre vuelve para quedarse por mucho tiempo.