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Las verdades de Hugo Duro

Actualizado a

El Valencia se dejó en Cádiz 3 puntos, la inercia de resultados, el gol average, que también lo tiene perdido con el Almería, y ese plus de confianza, que no de sensaciones, que le dio el zurdazo de Javi Guerra contra el Valladolid. El Valencia salió a empatar y perdió. Si no es por el error de Ledesma en el gol de Lino, seguramente ni se hubiera metido en el partido, como quizás tampoco el pasado jueves en Mestalla de no ser por el fallo de Masip en el empate. Sus ataques en Cádiz fueron previsibles, 37 centros a la nada, y sus desconexiones defensivas, las habituales a balón parado. Y gracias que Diakhaby jugó con la solvencia de pocas veces, porque desde que a Mamardashvili parece que le quiere media Europa… moscas.

Las declaraciones de Hugo Duro fueron un libro abierto. “Nos jugamos una puta final y el Cádiz salió más fuerte, son errores que no nos tienen que pasar. O los cortamos ya o nos vamos a la mierda”, dijo el delantero con la sinceridad de quien está en caliente. La lectura del partido del Valencia fue nefasta. El Cádiz le encerró durante la primera mitad en su área con intensidad y saques de banda a la olla. Con nada más. Y no se tome esa última frase como menosprecio al equipo de Sergio González, que ganó por sus méritos y con sus armas. Pero los muertos y los vivos sabían de antemano que el partido del Nuevo Mirandilla iba a ser de puñal en los dientes y que los saques de banda de Luis Hernández llevan tanto peligro como uno de esquina.

Baraja tiró de rotaciones porque quería piernas frescas e hizo lo correcto. Solo él y su cuerpo médico sabe cómo están los músculos de Gabriel Paulista, Gayà, Almeida... y lo de Cavani se veía venir. Otra cosa es el amor incondicional que le procesa a Ilaix Moriba, que jugó de principio a fin cuando ni tan siquiera se había ganado ser titular en un equipo que pelea por evitar el descenso. De lo mejor, otra vez, el desparpajo de Diego López y Javi Guerra, que son tan jóvenes como Yunus Musah o el propio Ilaix, pero le ponen otro sentimiento y aportan aire fresco.

Baraja también tiene cosas que mejorar como entrenador, porque llamó la atención que el Valencia saliera tras el descanso sin que él moviera nada -ni cambios ni sistema- cuando ya iba perdiendo por 1-0. Sorprende porque como él mismo dijo en sala de prensa: “No me gustó lo que vi”. Pero tuvo 15 minutos para agitar el árbol, nada cambió y al poco de la reanudación, segundo gol del Cádiz. Así, el Valencia vuelve a caer en picado en la montaña rusa en la que habita, algo que se podía esperar y con lo que hay que saber convivir, porque cuando uno está en el fango es por algo y de ahí no sale en una semana. El miércoles visita Mestalla el Villarreal de Setién y Parejo. Otra final... y sin el germanor en los días previos del Elche, porque en este duelo regional llueve sobre mojado. Como me escribió un conocido antes de subirse al autobús de vuelta desde Cádiz: “Aún nos quedan 7 puntos para llegar a los 40 que quería Gattuso, ¡qué agonía de año!”.