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Las revanchas de Djokovic

Novak Djokovic es como un jabalí herido, que aumenta su peligro cuando se ve acorralado. O, sencillamente, es un enorme campeón, que se motiva más cuando las dificultades crecen o cuando se siente agraviado. Nole se plantó en enero en el Open de Australia sin rencores, pero con ganas de revancha, un año después de haber sido retenido en la frontera del país, y posteriormente expulsado, por su negativa a la vacunación contra el coronavirus. Djokovic, que ya era el recordman del torneo antes de la afrenta, se tomó un dulce desquite con su décima victoria en Melbourne. En una situación similar ha desembarcado en el US Open, que tampoco pudo disputar en 2022 por idéntica razón. Su decisión de no vacunarse no ha cambiado desde entonces, pero el mundo sí.

El caso de Norteamérica es incluso más grave, tenísticamente hablando, porque acoge cuatro Masters 1.000 de la temporada, que también le dejaron fuera de juego. El serbio reapareció en Estados Unidos después del veto hace dos semanas en Cincinnati, donde agarró el título tras un fiero combate en la final frente a Carlos Alcaraz, su antagonista actual. Su segunda comparecencia llega en el Grand Slam de Nueva York, que no ha podido empezar mejor: su victoria inaugural ante Alexandre Muller le devuelve al número uno. Un doble desquite.

El acceso de Novak al liderato de la ATP era previsible desde que comenzó la gira americana, porque aquí no defendía ningún punto del año pasado. No hay mal que por bien no venga. La prohibición de 2022 engorda la recolecta de 2023. Djokovic desbancará de la cima el 11 de septiembre a Alcaraz, otra vez Carlitos. Desde que el español se sentó en el trono por primera vez hace un año, precisamente al ganar el US Open, ambos se han ido alternando en el reinado, en cuatro ocasiones cada uno. Es el nuevo duelo de tenis mundial. Pasado contra futuro enfrentado en el presente.