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Desde que ganamos el Mundial todo han sido reclamos (justos), defensas, ataques, rumores… Todo negativo, mucho drama. Y en medio de esta desagradable situación había que jugar la clasificación a los Juegos Olímpicos del año que viene frente a Suecia y Suiza. Sobradísimas. No hay selección con tanta calidad como la nuestra.

De todo se saca algo bueno y yo me quedo con eso. Ganar el Mundial ha servido para tener la visibilidad que las jugadoras necesitaban y así poder alzar la voz tanto en España como en el resto del mundo, siendo un espejo donde otras futbolistas pueden mirarse y luchar por lo suyo. Durante todo el Mundial nos enteramos de las penurias de casi todas las selecciones: Canadá, Inglaterra, Australia, Jamaica y el vergonzoso caso de Zambia.

El beso de Jenni ha conseguido unir por fin a las jugadoras para que luchen en una misma dirección. Además, ha hecho comprender o al menos ha hecho reflexionar a casi todos sobre por qué no puedes besar a una mujer sin su permiso y menos si eres su jefe. También positivo el clamor social que hizo posicionarse al propio Gobierno. Se podría decir que ahora entendemos lo que las futbolistas pedían en septiembre de 2022. El tiempo les ha enseñado a comunicarse mejor con los medios y con la sociedad.

la convocatoria forzada de las futbolistas, el malestar dentro de una concentración tan importante como esta, en la que nos jugábamos muchísimo, hizo posible, aunque tarde, una reunión a tres para intentar solucionar algo que no se arregla a corto plazo ni aunque te quedes hasta las cinco de la mañana hablando.

La estructura de la Federación es muy antigua, lleva miles de años funcionando así, la de antes con Rubiales y la de ahora con Rocha e incluso algunos de los presidentes regionales llevan en la casa más de 30 años. Al deberse unos a los otros, no se toman decisiones libremente y por el bien del fútbol, ya que temen perder su posición de poder. Actúan como creen que deben hacerlo para mantener su estatus dentro de la Federación el máximo tiempo posible.

Las futbolistas han logrado ya algunos cambios. Al menos reemplazar unas piezas por otras. No sabemos cómo o con qué criterio han elegido a los candidatos, pero lo que ellas sí han conseguido es poner nerviosos, asustar y hacer ser más sutiles a los que mandan para que en el momento de tomar decisiones si no piensan en lo mejor para el fútbol femenino, al menos lo hagan pensando lo que les puede pasar si se nota mucho que no creen en eso de las mujeres jugando al fútbol. Por algo se empieza, sería mejor que lo sintieran de verdad, pero si por otros motivos comienzan a compartir recursos con el futfem, a facilitar la profesionalidad de las jugadoras y a tratarlas con respeto será fantástico y de momento me quedo con eso. De algo habrá servido.