La infumable cautelarísima de Lewandowski
El fútbol funciona desde siempre desde el acuerdo de nobleza: no acudir a la justicia ordinaria para dirimir pleitos en las competiciones. Un principio general en el deporte. Obviamente, cuando se impuso el profesionalismo se excluyeron de ese acuerdo las relaciones laborales. Para el resto de cuestiones sigue operando y es práctico. Por supuesto, cualquiera puede hinchar el pecho y proclamar que a nadie se le puede negar el amparo en la justicia ordinaria. Claro que no. El Barça (no muchos más) lo había hecho otras veces. Ahora ha reincidido, consiguiendo una ‘cautelarísima’ para que Lewandowski jugara ante el Espanyol.
Repasemos la cuestión. Lewandowski tiene (o tenía, o tendrá, ya no lo sé) una sanción por tres partidos, que precisando son uno más dos. El primero, que era de cajón, es el que hubiera debido cumplir ante el Espanyol, por dos tarjetas. En ese no cabe ‘tío, páseme usted el río’. Los otros dos, los del dedo en la nariz, son los que pueden ser objeto de revisión. Pero al llevar el Barça el recurso en bloque ante el Juzgado Central de lo Contencioso Administrativo de Madrid se escapó ese matiz y concedió una cautelarísima que incluyó los tres partidos. O sea, también el primero, el que era de cajón. El Barça metió un gol con la mano.
Al desastre que esto supone hay que añadir otros dos. Por un lado, esa reunión de urgencia del comité el mismo día 31 por la mañana para no decidir nada. Un asunto que data de un mes atrás provoca una reunión de urgencia, una vez conocida la resolución del juzgado madrileño, para inclinar la cabeza. Y otra: el Espanyol recurre, pero en su escrito se excusa ante el Barça “que está en su derecho de emplear los medios a su alcance para defender sus legítimos intereses”. ¿A qué tanta cobardía? ¿Qué entiende el Espanyol por legítimo? Para alinear a Lewandowski el Barça atropelló muchas cosas y ni el Espanyol se atreve a decirlo.