La ‘Honesta Missio’ de Andrés Iniesta
Andrés Iniesta no jugará más. Para nosotros ya estaba un poco perdido, puesto que seguía jugando pero no lo veíamos, y sin embargo alguna felicidad nos proporcionaba saber que aquella llamita aún seguía encendida. De ahí esa pena ahora, cuando nos ha comunicado su adiós formal desde el edificio de la America’s Cup Experience de Barcelona. Allí estuvo toda la gente que ha sido o significado en su carrera, muchos presencialmente, otros a través de vídeo. El acto vino a tener la duración de un partido, y fue hermoso, intenso y pleno, como los que nos ofreció desde el campo. Se despidió como jugaba.
Evoqué los primeros partidos que le vi, en aquel torneo de Brunete para niños que José Ramón de la Morena ha cuidado y diversificado todo este tiempo. Fútbol siete contra siete, en dimensiones apropiadas a esa edad. En aquella edición despuntaron dos: el cántabro Jonatan, un brujo del regate, e Iniesta, que jugaba ya exactamente como luego le vimos: con manejo, atención, sacrificio, pulcritud… Antic volcó a su favor el voto como mejor jugador: “De Jonatan no sabemos qué será en el futuro. De Iniesta, sí”. Acertó. Allí jugó con la Selección de Castilla-La Mancha y el Barça le captó para La Masia.
Ha pasado mucho tiempo de aquello y no digamos que fue un suspiro. Lo hemos vivido plenamente, partido a partido, título a título. Iniesta ha sido bandera de esa generación que ha protagonizado los mejores años en la historia del Barça y también de la Selección, cuyo título cumbre va inseparablemente unido a su nombre (“¡Iniesta de mi vida!”). Como los viejos legionarios, ahora tiene derecho a la ‘Honesta Missio’, una retirada honorable a sus posesiones. Con cuarenta años, le quedan más por delante de los que ha consumido. Hoy es el primer día del resto de su vida, que todos le deseamos feliz.