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La fe de Ansu Fati, Gavi y Nico Williams

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Poca cosa dejará este partido de Amán, que ni siquiera quedará registrado en el palmarés internacional de España: Luis Enrique se empeñó en que hubiera más de seis cambios, límite que impone la FIFA para darle a un partido rango de encuentro formal entre selecciones. La última vez que nos pasó eso fue en Guinea, en 2013, donde arbitró un local, cosa que se acepta si se avisa a la FIFA en un plazo que entonces no se cumplió. Ni aquel partido ni este entran en el palmarés. No suman internacionalidad a los que tomaron parte en él ni sus goles quedan registrados. A efectos oficiales, algo así como un entrenamiento contra un equipo de club.

Una pena, una ‘luisenricada’, pero es lo que toca. De salida sorprendió ver a Laporte de lateral izquierdo, pero es que lesionado Gayà no era cosa de arriesgar a Jordi Alba, que sólo jugaría un rato al final, a tan pocos días del estreno ante Costa Rica. Asensio jugó, y bien por cierto, como falso nueve por lo mismo: Morata ha ido lesionado y el segundo nueve, Ferran Torres, también fue reservado hasta el tramo final. Quien sí estuvo de salida fue Ansu Fati, que nos dio la alegría de marcar pronto. Chuta con facilidad; en sus mejores días lo hacía con una precisión que va recuperando. Por fin da sensaciones de estar en buen ritmo de retorno.

La Selección no se tomó muy a pecho el partido, a excepción de Gavi, que no sabe guardarse nada y tuvo el premio del segundo gol. El tercero lo marcó Nico Williams, que salió al final, por la izquierda, proponiéndose como candidato al papel de revulsivo. Las malas noticias llegaron de la defensa, en la que fue especialmente llamativo el papelón de Rodri en la media hora que jugó, tratando de fungir de central junto a Laporte. Para colmo, Raya, portero de la segunda parte, estuvo nervioso desde su primera intervención. El castigo llegó en forma de un gol final que alegró el día a los jordanos y a nosotros nos bajó un poquito el ánimo.