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La falsa premisa de Jon Rahm

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La búsqueda predictiva de Google es un signo certerísimo de nuestro tiempo. Véase: si escribes el nombre de un mortal cualquiera con un poco de fama seguido de “cuánto”, el buscador te devuelve sugerencias cómo “cuánto mide”, “cuánto pesa”, “cuántos hijos tiene” o “cuántos años tiene”. Si escribes en Google el nombre de Jon Rahm seguido de un “cuánto”, la primera sugerencia del buscador es “Jon Rahm cuánto gana”. Sabes que te va bien en la vida cuando el predictor de Google sugiere tu cuenta corriente.

Llevamos una semana debatiendo sobre el dinero que ganará Jon Rahm gracias a esa oferta de la LIV Golf difícil de procesar sin sufrir vértigos cervicales, y lo hacemos partiendo casi siempre de una falsa premisa: “Pero no seas hipócrita. ¿Acaso tú no lo aceptarías?”. Digo que es una falsa premisa porque el punto de partida, obviamente, no es el mismo para una persona que cobra 25.000 euros al año, que para un deportista que ya estaba cómodamente instalado en el escalón de los mejor pagados del mundo. La pregunta conveniente sería: ¿Para qué tantísimo más dinero? ¿Con qué fin?

A Rahm se le critica, sobre todo, por su falta de coherencia, porque la hemeroteca sí que no devuelve bizums, y él había perjurado su absoluta lealtad al circuito americano y su amor por el golf por encima de cualquier tentación monetaria. Pero, en realidad, Rahm es solo uno más de los muchos subidos en el dorado carro saudita, incoherencias o coherencias mediante: Cristiano Ronaldo, Benzema, Neymar, el Newcastle United, Gianni Infantino, y un largo etcétera. En todos ellos, incluido Rahm, quizá exista la creencia, o al menos la suposición, de que el lavado deportivo siempre termina funcionando, que en cuanto rueda un balón o una bola de golf sale disparada hacia un hoyo todo lo demás se olvida, incluida cualquier vulneración de los derechos humanos. A mí personalmente eso es lo único que me ofende: no que cada cual elija hacer con su vida deportiva y personal lo que le plazca, sino que se nos subestime como aficionados.

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