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Güler y la ruta Odegaard

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Con el viento en las velas, el Real Madrid se aproxima al final de una fenomenal temporada. Campeón en la Liga, con una sola derrota, y de aquello hace tanto tiempo que parece el pleistoceno, en el panorama nacional sólo le quedan por alcanzar unos pocos objetivos: superar la frontera de los 90 puntos, ganar todos los cinco últimos partidos y terminar a un punto de los 100. La obsesión, sin embargo, está en otra parte, en la semifinal contra el Bayern, rival como ningún otro en la Copa de Europa. Todo cuenta en la aproximación a la eliminatoria. Por ejemplo, derrotar a la Real Sociedad con varios suplentes en la alineación y un gol del más joven del equipo, el turco Güler, que marcó en su primer partido como titular en la Liga.

Güler, 19 años, clavó el zurdazo, salió corriendo, se dirigió a la grada, se plantó con firmeza y levantó el índice de la mano, no se sabe si para proclamar la importancia de su segundo gol en el campeonato o para reivindicar su talento en una temporada donde su presencia ha sido marginal. El Madrid se encuentra, por lo tanto, ante un nuevo caso de fenómeno juvenil que reclama sitio en un equipo repleto de estrellas.

En términos generales, es un club que se maneja de maravilla en estas situaciones. Vinicius y Rodrygo, dos consagrados, llegaron al Madrid muy jóvenes, cotizados y bien pagados. Los dos atravesaron por un complejo proceso de adiestramiento, no sólo en el capítulo futbolístico, sino en el de adaptación a las exigencias de una institución extremadamente ambiciosa. Por breve que fuera, Vinicius y Rodrygo conocieron la inmersión en el filial, algo que no ha ocurrido con Güler.

Hasta ahora, Güler ha jugado poco y ha dejado una pequeña secuencia de acciones deslumbrantes. Tiene una zurda exquisita y la imaginación necesaria para sacarla partido. Su remate en Anoeta fue tan perfecto como el pase cruzado por Tchouameni a Carvajal y la respuesta del lateral: colocó la pelota al otro lado del área a un toque, de una calidad suprema. Culminó el turco, que estuvo a la altura de la jugada. Sólo tres toques para un golazo.

Vinicius y Rodrygo superaron todas las pruebas en el interior del Real Madrid. Es posible que ocurra lo mismo con Güler. Todo indica que es un futbolista orgulloso, lleno de ambición, quizá arrogante. Sus compañeros de equipo no se lanzaron en manada sobre él para festejar el gol. Sí resultan evidentes su clase y recursos técnicos, la fiabilidad de su zurda y la astucia de sus decisiones.

Su caso invita a otra comparación. El noruego Odegaard recaló en el Madrid con 15 años. Se le tenía por un caso excepcional de precocidad. Zurdo, como Güler, igual de elegante y fino que el jugador turco, Odegaard atravesó una crisis que invitaba a pensar en él como un talento sobrevalorado o desperdiciado. En contra de muchas opiniones, eligió la vía más humilde y laboriosa para construirse como jugador.

Ingresó en el Heerenveen holandés y luego en el Vitesse de Arnhem, equipo de escala baja donde se curtió en el oficio. El siguiente peldaño le colocó definitivamente bajo la lupa. El Madrid le cedió a la Real Sociedad. Su impacto fue tan visible que regresó al Madrid, entonces dirigido por Zidane. No funcionó, no aprovechó las oportunidades o no las recibió en la medida adecuada. El Arsenal detectó su enorme potencial, pagó 40 millones y le contrató.

Odegaard, 25 años, es ahora mismo capitán de un fantástico Arsenal y se ha acreditado como una figura indiscutible del fútbol mundial. Ha culminado uno de los procesos más difíciles del fútbol, el que traslada a los jóvenes prodigios hasta el áspero mundo de los adultos. Veremos qué ruta emprende Arda Güler.

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