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La falacia inútil del Rasputín de Rubiales

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Mientras los hasta hace nada pretorianos de Rubiales se jugaban sus túnicas a los dados (al final se las quedó, paradoja, el que él mismo preparó como heredero), el secretario de la Federación, Andreu Camps, enviaba un comunicado malévolo e inútil a la UEFA, poco menos que exhortando a este organismo a que cerrara las puertas de sus competiciones a nuestros clubes porque el Gobierno estaba atacando a Rubiales. Un intento absurdo. Por un lado, el Gobierno lleva cinco años de actitud bobalicona y pasiva con Rubiales. Por otro, Rubiales ya no era presidente, nos lo habían sustituido desde fuera, un favor que nos deja en ‘off-side’.

Andreu Camps viste prestigio de eminencia en el derecho deportivo y de trabajador discreto e infatigable. Al tiempo es un personaje de esos que medran en las organizaciones, que se van haciendo con un poder oscuro que les hace temibles. En la Federación fungía, ante todo, de Rasputín de Rubiales. Un día tuve una larga y provechosa conversación con él sobre el funcionamiento de la Primera RFEF y la creación de la Liga F, donde me explicó algunas cosas, pero en la que latió siempre una sórdida fobia a Tebas que a mi modo de ver ha envenenado muchas cabezas en aquella casa. Entre otras la de Rubiales, por si le faltaba algo.

Lo que ha pretendido ahora este Rasputín de Las Rozas es colar una infumable falacia. Antes de decidir qué hacer con Vilda, al que imagino fuera del cargo porque ya no son quince, sino 81 (por ahora) las jugadoras que anuncian su incompatibilidad con él, la junta de caciques regionales al mando debería apresurarse a largar de ahí a este hombre que ha pretendido hacer tal daño a nuestros clubes con un acto desesperado para salvar a su jefe. Si le debe tanta lealtad, lo elegante es que se vaya por su pie, no que envíe mensajes a la UEFA tan fuera de lugar que le retratan, más que como una eminencia del derecho deportivo, como un rencoroso cebollino.