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La clase alta corcocircuita

Cierto que la inminencia de las vacaciones después de una temporada extenuante tampoco invita a hacer alardes, pero la nobleza europea, la futbolística, ha corcircuitado en este paréntesis internacional. De forma sangrante en algunos casos. Italia llegaba ya caliente. Su segunda ausencia consecutiva de un Mundial urgía a invertir la tendencia en la Nations League. Pero allí, en Italia, la histeria se ha extendido. Tan pronto se entregan de forma desmedida a la aparición de un descubrimiento de 18 años como Willy Gnonto como horas después se tambalean los cimientos de la Nazionale por el baile de Alemania. Un bucle peligrosísimo y carente de los senatori del pasado para tirar del carro.

Mientras, Inglaterra clama contra Southgate porque no libera todo su potencial de ataque. En la Premier se han acostumbrado a disfrutar de tormentas de fútbol lideradas por los técnicos foráneos y ven que su selección es un sucedáneo estrangulado por su entrenador. Poco más o menos en Francia, donde a Deschamps no le vale la excusa de las rotaciones porque su fondo de armario es también de etiqueta. Cualquiera lo querría.

Lo tiene también Portugal, pero Fernando Santos, sin llegar a hacer saltar las alarmas, no ha pulsado bien todas las teclas. Sin gestionar bien la fatiga mental, con Bernardo Silva saliendo desde el banquillo en dos partidos y Cristiano de vacaciones en el último, han mantenido el tipo. Nada más. Empataron con España, que es la fiabilidad. Algo que se ha llegado a infravalorar. No lo hagan. Entre toda esa mediocridad, sobresalen sin ironía los Países Bajos de un siempre frontal Van Gaal. El extécnico del Barça no se anduvo por las ramas en el caso Wijnaldum y de no ser por el penalti que erró Memphis contra Polonia hubiera hecho pleno. El Mundial aún queda lejos y muchos se habrán tomado la Nations como un torneo de verano, pero a la postre cuesta mucho invertir una inercia.