Iñigo se va pero deja la foto del futbolín
El central ha sido un pegamento invisible pero clave en un grupo que estaba huérfano de aglutinadores.

Gamper boutique. El Barça se presenta hoy ante su gente en el Estadi Johan Cruyff, un recinto coqueto con apenas 6.000 espectadores de capacidad cuyo diseño es un bonito homenaje a L’Escopidora, el mítico campo de carrer Industria donde el club jugó sus partidos entre 1909 y 1922, y del que salió el apodo de ‘culers’ por la ristra de traseros que se veían desde la calle cuando los aficionados estaban viendo los partidos. Que el Gamper se juegue allí es una anomalía como ya lo fue en 2021, en tiempos de pandemia. Esta vez, sin embargo, tiene que ver con el galimatías en que se ha convertido el regreso al Spotify. El Barça anunció oficialmente este 10 de agosto como el de la vuelta a casa y fracasó. Ahora, va a contrarreloj para poder albergar el partido contra el Valencia de la cuarta jornada y su estreno como local en la Champions, donde no puede cambiar de sede en la primera fase. La semana que viene le visitará una expedición de la UEFA y tendrá que dar un parte definitivo a LaLiga sobre si el estadio estará preparado. Incertidumbres.
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Iñigo. La noche del Gamper tiene más focos de atención. Para los chavales, ver las caras nuevas. Joan García y Rashford han dejado buenas sensaciones en la gira asiática; y Bardghji tiene un escaparate perfecto para demostrar que puede formar parte de la primera plantilla. El morbo, sin embargo, estará en el momento de la presentación de los jugadores y los discursos. Recuperado el brazalete con una marcha atrás de manual después de gestionar pésimamente su nuevo escenario en el club, un decepcionante Ter Stegen debería hablar esta noche como primer capitán. La tregua ha apaciguado los ánimos, pero su futuro apunta inequívocamente a una recuperación en silencio y una salida digna en enero para intentar jugar el Mundial. El adiós que ha dolido dentro, sin embargo, es el de Iñigo Martínez. Una derrota aplastante de Deco, que quería prescindir de Christensen y no ha sido capaz de convencer al de Ondarroa para que siga un año más. Iñigo se va dejando una estela de líder absoluto y un futbolín en el vestuario. Ese que compró para hacer piña y que inmortalizaron Pedri, Lamine, Casadó y Fort jugando a las tres de la mañana al regreso de Valencia el curso pasado. Una foto cargada de simbolismo. Iñigo ha sido un pegamento invisible pero clave en un grupo que estaba huérfano de aglutinadores y ha recuperado fuerza ganadora gracias a él. “Mi capitán”, le despidió Lamine en redes sociales. No es cualquier cosa. Una prolongación de Flick que el Barça puede echar más de menos de lo que cree.
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