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Hazard ya no vive aquí

Esta mañana he ido a desayunar y me he encontrado la cara de Hazard impresa en un cartón de leche: “¿Alguien ha visto a este futbolista?”. Nadie sabe nada de él desde el 11 de septiembre, la última vez que se le vio paseando por los campos de la Liga. Iba de blanco. Responde al nombre de Eden, es de nacionalidad belga y en una ocasión estuvo a punto de ganar un Balón de Oro, que es bastante más de lo que algunos soñarían en mil vidas.

Lo peor es que a nadie parece ya importarle demasiado su paradero. Hace tiempo que se arrojó la toalla con él. A día de hoy, cuando Ancelotti mira al banquillo en busca de alguna solución desesperada para su ataque, confiaría antes en Chendo que en Hazard como revulsivo. Es duro, pero es la realidad. Si a uno le habían robado el mes de abril, a mí me han robado los mejores años de la carrera de Eden Hazard. Y lo peor es que no tengo a quién hacer la reclamación: ¿a Meunier?, ¿al propio Hazard?, ¿a los fabricantes de galletas?, ¿a los servicios médicos del Madrid?, ¿al calendario del fútbol actual?, ¿a la selección belga por forzarle?, ¿al FIFA por crearme falsas expectativas?, ¿al Chelsea? Más sospechosos que en el Orient-Express de Agatha Christie.

Hazard, con el Real Madrid.
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Hazard, con el Real Madrid.DeFodi ImagesGetty

Lo que es una evidencia es que la plantilla del Madrid se está quedando muy corta este año para poder competir en tres competiciones tan exigentes, agravado todo por un Mundial encajado con calzador, por un Mundialito de Clubes y por una Supercopa en Arabia. Con un Benzema que anda alicaído tras varias temporadas sobrenaturales, ahora todo el peso ofensivo del equipo recae sobre los hombros de un Vinicius demasiado abandonado a su suerte, que lo juega todo, y al que solo falta que los rivales le empiecen a atizar desde el túnel de vestuarios con el listín telefónico para no dejarle marcas.

Por eso la mera participación de Hazard se antojaba especialmente importante esta temporada, habida cuenta de la no llegada de Mbappé, de lo apretado del calendario y de ser el belga uno de los jugadores mejores pagados del mundo. Pero últimamente es demasiado habitual esto en el Real Madrid: tener a una estrella en el ostracismo, como fondo de armario. Ya sea James, Bale, Isco o Hazard.

Hazard, en el banquillo de Balaídos.
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Hazard, en el banquillo de Balaídos.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Dice el escritor W. David Marx en su libro “Estatus y Cultura” que hay quienes solo buscan comprar bolsos de Hermès que parezcan muy desgastados como una muestra de estatus: buscan decir así que no les importa demasiado la marca. “Es solo un bolso. Qué importa si se ve gastado”. El Madrid parece hacer esto mismo cada año con alguna superestrella de su plantilla. Se les aparta, mandando un mensaje al resto del mundo: “Somos el Real Madrid. Aquí nadie es tan importante”.