Hay que preservar el fútbol de selecciones
Hay Mundiales desde mucho antes de la creación de la Copa de Europa. El Milagro de Berna, el Maracanazo o la Brasil del 70...
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En toda la polémica de Lamine Yamal y su ausencia de los dos partidos de la Selección, lo que más me ha llamado la atención es que se haya asumido de manera general que los encuentros que tenía que disputar España eran prácticamente intrascendentes. Esa idea equivocada viene alimentada por la extrema superioridad que el conjunto de Luis de la Fuente muestra cada vez que salta al campo, pero la realidad es que, observando la clasificación, el doble compromiso era tremendamente importante. Turquía se encontraba solo tres puntos por debajo, con una final potencial en La Cartuja en la última jornada. Un empate en Tiflis en el típico choque que se embarra y se atasca, algo nada raro en estos contextos, habría dado un cariz casi dramático al duelo de Sevilla. Estamos tan acostumbrados a observar las fases de clasificación como meros trámites que hemos perdido la perspectiva de lo que ocurre en el resto de Europa: Italia va a enfrentarse a su tercera repesca consecutiva, Alemania se la juega en un choque a cara de perro frente a una Eslovaquia que ya le ganó en Bratislava, Portugal tuvo que recurrir al último partido tras ceder cinco puntos ante Hungría y República de Irlanda...
No me considero patriota (creo que estos sentimientos extremos hacia las naciones, a menudo, generan injusticias y desigualdades en los tratos hacia las personas), pero siento un respeto reverencial hacia el fútbol de selecciones. Porque futbolero lo soy un rato, y la historia de nuestro juego no se puede entender sin lo que han aportado los campeonatos de los combinados nacionales. Hay Mundiales desde mucho antes de la creación de la Copa de Europa. El Milagro de Berna, el Maracanazo o la Brasil del 70 forman parte de la cultura popular en todo el globo terráqueo. Me preocupa la tendencia creciente a pensar que las selecciones molestan y que lo que importa son los clubes. “Son los que pagan”, dicen los que defienden esta idea. Es un argumento tramposo: pagan por la dinámica de competencia del mercado, porque en el fútbol de selecciones no puede haber fichajes y nunca fue necesario entrar en ese juego. En realidad, pagan para tener los derechos de los jugadores en la mitad del fútbol, la de los clubes. La otra mitad es la de las selecciones y hay que preservarla.
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