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Güler y Endrick ante el espejo de Vinicius

Endrick y Arda Güler se mueven en el alambre. Una situación difícil para chavales de su edad, 18 y 19 años, respectivamente. Hay que tener mucha entereza para poder aguantar decepción tras decepción. Para ver cómo van pasando los partidos y eres invisible para el entrenador cuando mira hacia el banquillo a la hora de hacer los cambios. También, claro, hay que estar hecho de otra pasta para intentar aprovechar las escasas oportunidades que se plantean, esos cinco o diez minutos finales de los paridos, casi siempre en el descuento, o titularidades en rondas iniciales de la Copa, en campos pequeños, a veces de hierba artificial, en partidos difíciles y de poco foco mediático.

La apuesta de brasileño y del turco es arriesgada y digna de elogio. En el Madrid, en los últimos años, los hay que han alcanzado el objetivo de hacerse importantes por otro camino. El de la cesión o la venta con opción de recompra para tener minutos y cocerse como futbolistas de élite. Carvajal y su vivencia en el Leverkusen es el mejor ejemplo de ello. Brahim en el Milán. Lucas Vázquez y Asensio en el Espanyol. Cheryshev, en Sevilla y Villarreal. Fran García en el Rayo... Todos, en mayor o menor medida, terminaron siendo importantes para el Real Madrid.

Endrick y Güler intentan dar la campanada desde dentro, corriendo el riesgo evidente de quedarse estancados en esta edad de desarrollo futbolístico. Vinicius lo consiguió. Él debe ser el espejo en que mirarse. Vini necesitó tres temporadas (una con Solari, dos con Zidane), para sacar la cabeza. Un proceso largo y duro. Pero hay luz al final del túnel, sobre todo para los más fuertes de cabeza.

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