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Ganó un Valverde, el local

Había dos Valverdes, uno por bando. Y el que salió triunfante fue el local, Ernesto. Fede arruinó la noche para el Madrid con un error de cálculo, no se pensó que Guruzeta le podría robar la cartera, y la fe infinita del punta rojiblanco puso justicia en un partido en el que el Txingurri marcó la pauta. Sí, porque apostó por piernas frescas, sorprendió con Gorosabel y Adama en las alas. Ambos tuvieron dos errores, uno casi cuesta un susto y el otro reportó el empate para los merengues, pero estuvieron soberbios. Y otorgó la sala de máquinas a dos chavales como Jauregizar y Prados, plenos de ritmo y descaro. Para culminar su obra maestra, puso a Bereguer de falso nueve, y no paró durante el tiempo que estuvo por ahí. Un sorpresón. Le salió de cine. Se anotó una victoria trabajada, muy sufrida, cayó un ogro que no se arrodillaba en La Catedral en Liga desde 2015, una eternidad. Solo lo habían saboreado De Marcos e Iñaki.

El Madrid trató de ser fiel a su historia. No abriga un fútbol de salón, pero insistió por empuje. Le falta mucho para deslumbrar, aunque no hay que restar méritos al rival. Y ahí surgió el espíritu indomable de los rojiblancos, con una capacidad de resistencia a prueba de bomba. Lo de Vivian es increíble. Cuarta victoria seguida, contando una europea, que consolida la plaza tras el trío de oro en España y catapulta al equipo de Valverde hacia el sueño de Champions. Este equipo lleva una marcha imparable: ha perdido solo un compromiso, en Girona, de los 17 últimos. El domingo cerró su única asignatura pendiente: ganar tras actuar en el Viejo Continente. La celebración del preparador de Viandar por la Vera fue descomunal. Porque no es un triunfo más.

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