Ganas de ver a Vinicius sin escrache

El partido de Son Moix ha dejado un mal sabor que no se pasa, y no hablo del resultado, malo desde el punto de vista del Madrid, espléndido para el Mallorca. Hablo desde el punto de vista general, como partido feo, trabado de faltas, hasta 29 por parte de los locales, una cada tres minutos, una más del doble de las que hizo el Madrid. Un tercio de ellas las acaparó Vinicius, y quizá no fuera eso lo peor que le pasó. Alguien lo ha calificado como escrache, con Maffeo y Raíllo a la cabeza y sus compañeros y buena parte del estadio detrás, con algún grito racista incluido. Aun así, sacó el penalti e hizo la incursión más peligrosa.

Vinicius viaja ya en el ojo de un huracán. Los rivales le derriban con más frecuencia que a nadie (es récord absoluto en Europa, con 79 faltas sufridas, a larga distancia de las 56 de Neymar). Y le provocan de palabra y gesto para descentrarlo. Lo peor es que esto se va convirtiendo en una juerga nacional y vive un efecto expansivo. La bobaliconería de los árbitros contribuye a ello. El propio ambiente les arrastra, y prueba de ello fue lo del domingo, cuando él vio una amarilla antes que sus martirizadores. Ha llegado un momento en que la ‘cuestión Vinicius’ preside y enfanga los partidos del Madrid, como bien explicó Nacho a la tele en Mallorca.

El Madrid hace bien en quejarse y protegerle con todos los medios a su alcance, y tiene muchos, pero también ayudaría que él se comportara de otra manera. Es hora de que se pregunte por qué esto le pasa a él y no a otros, con qué tipo de gestos y actitudes evitables va creándose un personaje que no le conviene. Y con qué facilidad acude a las provocaciones de quienes le quieren desviar de su tarea. El Madrid juega prioritariamente por él, así que es de importancia estratégica parar esta bola de nieve. Ancelotti hace lo que puede, me consta, pero el club pone más el foco en las consecuencias que en las causas.