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Europa es más que un continente

Hay algo de la Ryder Cup que la convierte en exclusiva, diferente a cualquier otra competición. Y no es sólo su solera, porque hay otros eventos con ese sello añejo. El distintivo está en el planteamiento del reto: Estados Unidos contra Europa. Porque EE UU es un país con su bandera y su himno. ¿Pero qué es Europa? Un continente con más de 50 países y 200 idiomas, unidos entre sí por su situación geográfica y por su relación política, que a lo largo de los siglos no ha sido precisamente pacífica. ¿Qué hilo invisible logra, entonces, que cuatro ingleses, un español, un norirlandés, un escocés, un noruego, un austriaco, un irlandés, un danés y un sueco compitan con arraigado sentimiento de equipo hasta doblegar a la mayor potencia mundial? ¿Y cómo es posible que ese espíritu se fusione con la grada de otro país, Italia, que no aportaba ningún jugador en la contienda, exactamente igual que ocurrió en 2018 en París sin ningún golfista francés? ¿Y que esa afición de Roma despliegue una pancarta de un señor de Pedreña, don Severiano Ballesteros, como ídolo e inspiración local?

No hay ningún otro acontecimiento social que ensamble de esa manera. Hay misterios que solo explica el deporte. Europa se ha sacado la dolorosa espina de Wisconsin en 2021 porque ha sido más equipo que EE UU. Un ejemplo que ya se alarga a 30 años, que es el tiempo que el continente lleva sin perder en casa. Los líderes van cambiando, pero no el alma. Rahm ya ha agarrado esas riendas junto a McIlroy, dos de los mejores del mundo, que mañana volverán a ser rivales, fundidos en un abrazo. Al igual que Fleetwood, que Hatton, que el emergente Hovland… Un total de 14 nacionalidades han escrito, de momento, esta historia. Pero siempre jugaron como una sola. Eso es lo que hace más especial a la Ryder. Una unión y un compromiso que han catapultado a Europa a culminar una dulce ‘vendetta’.