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España, de menos a más, acabó convenciendo

Bien está lo que bien acaba, y España, en un partido de menos a más, se metió en la final de la Nations League, lo que nos pone a un paso de una alegría, que falta hace. Yo veo esta competición como Mourinho veía la Supercopa: menos que un torneo oficial pero más que un torneo de verano. Llegamos a esta final con merecimiento, porque España lo intentó más y fue mejor. El primer tiempo no dejó gran cosa, jugamos mal, muy largos, inseguros atrás, sin aportación de los extremos y muy expuestos a las subidas rápidas de Italia. Por fortuna, un gol italiano cuando íbamos 1-1 y peor estábamos jugando se fue al limbo por fuera de juego ajustadísimo.

A ese 1-1 habíamos llegado con un primer gol en el que Gavi, con cuquería, esperó un saque de Donnarumma a Bonucci dejando una distancia lo bastante tranquilizadora para que se confiaran ambos y cuando se produjo el pase arrancó como una vaquilla torda en los encierros, a coger mozos; Bonucci se atocinó y salió hacia donde estaba Yeremy Pino, en el otro lado de la V, y el canario completó la faena y marcó. Italia nos empataría con un penalti en el que el balón pegó en la mano de Le Normand, que la tenía a mi juicio en posición natural, pero el nuevo testamento ha recreado el concepto de mano y nos cayó un penalti como un rejón.

De la primera parte vale salvar la pareja Rodri-Merino, Navas, el brío de Gavi y la pugna ingrata de Morata. Tras el descanso, los cambios mejoraron a España, que rompió a jugar, mandó y se fue a por la victoria. Le faltó profundidad y tuvo que pasar otro susto, resuelto por Unai Simón con la parada del partido, pero por fin llegó el gol, muy a última hora, vía Joselu, que está en racha. Buena victoria para espantar la mufa. Felicidades al seleccionador, a los jugadores y a la localidad sevillana de Los Palacios, que con 38.000 habitantes tuvo tres jugadores en la Selección, Navas, Gavi y Fabián. Récord mundial de internacionales por metro cuadrado.