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Ese tango de despedida de Messi...

Las palabras de agradecimiento de Messi tras ganar el Balón de Oro dejaron flotando en el Théâtre Chatelet un vago sentimiento de melancolía. Messi cantó sin música el “Adiós muchachos, compañeros de mi vida…” al descartarse como aspirante a un nuevo Balón de Oro, al tiempo que repartía elogios entre los posibles sucesores, Haaland y Mbappé, los primeros en la cola, más otros jóvenes a los que no citó, entre los que no cuesta imaginar a Bellingham. Él se ha refugiado en un fútbol menor, en Miami, bajo la protectora sombra de Beckham. Eso le da para llegar a la próxima Copa América, pero no al Balón de Oro.

Es el cierre de una época, marcada primero por el imponente duelo Messi-Cristiano, luego por el fracaso de Neymar como sucesor y finalmente por el resurgir de Messi tras un bache en el que pudieron colarse Modric, Benzema y casi Lewandowski, cuyo mejor año coincidió con lo más agudo de la pandemia y no hubo Balón de Oro. Fue sustituido por la elección del mejor once de la historia, en el que estuvo Xavi. Un consuelo para nuestro fútbol, muy chasqueado cuando tras el Mundial-2010 el Balón de Oro no vino aquí, sin duda porque Iniesta y Xavi se dividieron el voto, de tan parecidos que son. Aquel fue el menos convincente de los ocho de Messi.

Un dato curioso: desde el ganador de 2008, Cristiano, que entonces todavía estaba en el Manchester y cuyo premio dio paso a una tacada de cuatro de Messi, todos los ganadores siguen en activo aunque sólo uno, Modric, juega en Europa. Pero no hay que buscar en esto ninguna debilidad del fútbol europeo, sino la consecuencia del lógico deseo de veteranos gloriosos de aterrizar en un Eldorado donde sacar el mejor rendimiento a sus últimas patadas. Cristiano y Benzema escogieron la Roshn Saudi League y Messi la MLS. Pero podemos estar tranquilos: los futuros ganadores del Balón de Oro seguirán saliendo de las grandes ligas europeas.