Endrick espantó la tragedia
El Bernabéu vivió una noche extraña con amenaza de serias turbulencias, pero terminó en jolgorio por mor de tres golazos en el segundo tiempo de la prórroga. Los que hicieron el 3-2 y el 5-2 hay que agradecérselos a Endrick, ese chico que cada vez que sale nos deja con ganas de volverle a ver. Ancelotti le ha utilizado muy poco, igual que a Güler, bien por respeto a los que llegaron antes, bien porque, como alguna vez se ha dicho, no les vea la disposición propia de principiantes, que al fin y al cabo es lo que todavía son. Pero lo que ocurrió anoche deja a Ancelotti en deuda con Endrick, porque espantó la tragedia.
Hasta el 3-2, un pase bien filtrado de Güler a Endrick que este recogió para descerrajar un tremendo disparo a media vuelta, pura denominación de origen brasileira, el Madrid no podía estar orgulloso de nada. El partido cargaba y cargará con un pecado original, el primer gol, marcado por Mbappé al retorno de un claro penalti en el área de Lunin que árbitro y VAR se comieron. El tipo justo de jugada que hace del VAR un agravio. Cualquier celtista se puede enfadar porque Munuera Montero no lo vea o se arrugue, pero se tiene que indignar si Hernández Hernández no le llama a revisión. Eso ya suena a escarnio.
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Una jugada tan rentable como incómoda para el Madrid, cuyos enemigos alimentan su fobia con cosas así. Un gol ominoso en una noche pesada, con Tchouameni abroncado y Ancelotti serio. Luego, un 2-0 desperdiciado hasta transformarse en 2-2 por errores de Camavinga y Asencio, lo que condujo a la prórroga. Sin Mbappé, retirado con el 2-0, ni Vinicius, fuera ya con el 2-2; los ingresados Bellingham, Güler, Valverde, Rodrygo y Endrick se hicieron cargo del problema y lo resolvieron con tres goles en la segunda mitad provocando un final alegre para una película que no iba por ahí y que salvó sobre todo el jovencísimo brasileño.




