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Capitanes generales ha tenido el Real Madrid bastantes a lo largo de su historia. De las figuras míticas que han llevado el brazalete podríamos destacar el indómito carácter de José Antonio Camacho, “el capi”, capaz de poner firme a cualquiera de ese vestuario por muy estrella rutilante que fuera. Otro tipo de mando fue el ejercido por Fernando Hierro, recio y, a la vez, entrañable con los jóvenes, que le llamaban cariñosamente “orejón”. De los últimos años, sin duda, el más destacado ha sido Sergio Ramos, dispuesto a pegarse con cualquiera y meterse en el lío que fuera, con razón o sin ella, si pensaba que así defendía a sus compañeros.

Ser capitán del Madrid impone, no sirve cualquiera, hay que ganarse el cargo dando ejemplo. De los actuales, da la impresión de que a Nacho el cargo le viene niquelado: un veterano respetado, que ha puesto siempre al club por encima de su ego, ni una mala cara, ni una rajada, ni un mal gesto en su larga carrera de suplente. Y cuando salía al campo siempre cumplía con notable. Esencia madridista. Y luego está la figura de Modric, el ejemplo de fichaje modesto que se ha hecho universal en el Madrid. Su ascendencia y experiencia le dan un primer nivel en el linaje de los capitanes. Un consejo de Luka es mucho más que eso, es un mandamiento sagrado y una sentencia.