El taxista que era del Fenerbahçe
El 0-6 encajado ante España rebaja las expectativas de Turquía a pesar de tener a Güler y Yildiz.
El taxista quiere saber si soy del Barcelona o del Real Madrid. Es turco, hablamos en inglés y dar una explicación larga y profunda me parece complicado e innecesario. Él era del Fenerbahçe pero dejó de seguir el fútbol porque llevaban demasiados años sin ganar la liga. “Ver los partidos me producía dolor de cabeza”. Estoy tentado de decirle que a los equipos hay que apoyarlos especialmente cuando pierden, pero también esto me da pereza y casi que acepto su razonamiento: al fin y al cabo, que haga lo que quiera; si el fútbol ya le pone de mal humor, sano es dejar de verlo. Dice que en España es del Madrid. Que en realidad es del Madrid de entre todos los equipos que no son turcos y que ya lo era mucho antes de Arda Güler. “El Madrid siento que es un poco como yo”. Me quedo con las ganas de saber qué significa eso. “Cristiano Ronaldo tiene mucho más que ver en mi madridismo que Arda Güler”.
Hay un restaurante cerca de Taksim dedicado al fotógrafo Ara Güler y lo visito cada vez que vuelvo a esta ciudad apasionante. Pienso que a los entusiastas admiradores de su obra, de una colección de momentos inmortalizados de una Estambul que ya no existe, les tiene que enfurecer escuchar a turistas despistados comentar que el café se llama casi como el futbolista.
Arda comparte protagonismo en los carteles publicitarios repartidos por la metrópolis -y rivaliza por el foco principal, en cierto modo- con Kenan Yildiz, el fantástico extremo de la Juventus. Que estos dos talentos coincidan en la misma generación ha despertado una gran expectación alrededor de la selección, aunque el 0-6 encajado ante España en Konya rebajó los sueños de grandeza.
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Por la noche se juega un Fenerbahçe-Besiktas de Copa. Es el primer encuentro de una liguilla renovada cuyo formato recuerda al de la nueva Champions. Marco Asensio anota de penalti, pero el equipo visitante se impone por 1-2 gracias a un gol en el tiempo de descuento. Pienso que es una suerte que el taxista ya no vea fútbol: se ha ahorrado otro disgusto.
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