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El Sporting es rico en ridículo

Hasta el éxito de Monchi en el Sevilla, en España apenas sabíamos lo que era un director deportivo. Su aparición estelar iluminó el cielo del fútbol con su inteligencia y buen hacer. El problema es que los aficionados del resto de clubes, por primera vez, teníamos una referencia para comparar.

En Gijón está Javier Rico con quien el Sporting ha cuajado la peor temporada de su historia. Este director deportivo, hablando sobre el pésimo estado del equipo, afirmó: “Asumo toda la responsabilidad”, pero a continuación añadía: “No cambiaría nada de lo que hice”. Entonces, ¿de qué forma resuelve su fracaso? Asumir una responsabilidad no consiste únicamente en verbalizarla, y menos cuando insiste en que haría exactamente lo mismo. Inaudito. Lo peor es que, de manera poco elegante, pone sus fallos sobre los hombros de los demás. Rico es el exponente de esa generación de jefes que han calentado la silla durante años, que jamás reconocen un error y que sin saber cómo, pese a su ineptitud manifiesta, siguen en su cargo. Esas figuras son un lastre para nuestro país, porque además de hacer mal su trabajo, no permiten que la gente con talento tenga una oportunidad. El mayor problema de España no es la corrupción sino la impunidad.

En este caso, se añade un problema y es que el Ayuntamiento de Gijón para salvar al club hace dos décadas, compró la escuela de Mareo y, además, también es propietario de El Molinón. Por tanto, gran parte del Sporting pertenece a la ciudad y su gestión nos implica a todos. Lo más curioso es que, con mucho menos del 1% de las ayudas que ha recibido el Sporting, el Telecable Hockey Club femenino ha sido cinco veces campeón de Europa. Y hace dos días, el Unicaja La Calzada Balonmano femenino consiguió los 50.000 euros que necesitaban para poder jugar en Europa. Ya en dos ocasiones, habían tenido que renunciar a su plaza europea al no disponer de ese dinero. “Yo asumo”, dice. No señor, yo te acuso. Y aplaudo a todas aquellas personas que hacen tanto con tan poco.