El Shakhtar llega con movimientos en el banquillo
Un Shakhtar debilitado. Si hace doce meses hablábamos de que el conflicto armado hizo que el conjunto de Donetsk perdiera a sus cracks brasileños, hoy podemos continuar ese mismo relato escribiendo que desde entonces ha visto también cómo se han ido algunos de sus mayores talentos locales. Mykhailo Mudryk fichó por el Chelsea en el mercado de invierno y es la baja principal con respecto al equipo que participó en la pasada Champions quedando tercero en el grupo del Real Madrid. Este verano, el portero Anatoliy Trubin, el hombre que sentó en el banquillo a Pyatov –hoy ya retirado– tanto en su club como en la selección, fue contratado por el Benfica. Incluso el entrenador que consiguió el título de liga sobreponiéndose al éxodo de futbolistas sudamericanos, el croata Igor Jovicevic, abandonó la entidad para aceptar un buen contrato en la liga de Arabia Saudí.
El recambio en el banquillo no ha funcionado. Para reemplazar al estratega balcánico, el Shakhtar apostó por un técnico que lo había hecho bien en la liga ucraniana con el Zorya Luhansk, que acabó tercero –por encima del Dinamo de Kiev– y se quedó a las puertas de la previa de la Champions. Hablamos del neerlandés Patrick van Leeuwen. Sin embargo, ha durado poco. El club decidió destituirlo pese a que consiguió ganar en Amberes en su último compromiso (remontando un 2-0 en contra) y anunció ayer como sustituto al croata Danilo Pusic, que hasta ahora era asistente de Arne Slot en el Feyenoord. El director deportivo, el histórico exjugador Darijo Srna, fue quien se sentó en el banquillo en la victoria por 3-0 frente al Cherkasy en liga ucraniana. Los resultados en la competición doméstica son los que han sentenciado a Van Leeuwen: el Shakhtar ha cedido ya tres empates y una derrota en diez jornadas. Pese a que el equipo sería líder si venciera en un duelo que tiene aplazado –ahora va tercero por detrás de los sorpredentes Kryvbas y Zhytomyr–, esos tropiezos generaron una sensación de vulnerabilidad que no existía la temporada pasada con Jovicevic.
Sudakov es la gran figura. Al que por ahora sí ha podido retener el Shakhtar es al joven centrocampista ofensivo Heorhiy Sudakov. A sus 21 años, es la principal promesa del fútbol ucraniano que aún no ha salido del país. Pulcro, dotado de una gran calidad técnica y de un asombroso criterio, ya es titular con la selección absoluta. Juega por delante de Stepanenko, el pivote que lleva trece años en el club y que es uno de los pocos que quedan del gran Shakhtar, y detrás del nueve, un Danylo Sikan que se revalorizó tras su doblete en Amberes. Por los costados, Kryskiv y Zubkov aportan la verticalidad. El primero de ellos ha dado un paso adelante tras la marcha de Mudryk, y el segundo volvió a su país procedente del Ferencvaros húngaro ya con la guerra empezada en un movimiento inverso al que realizaron otros jugadores que huyeron del conflicto. Algo parecido hicieron los dos futbolistas más famosos de la plantilla: los veteranos centrales Chygrynskiy y Rakitskyi. El ex del Barcelona está participando muy poco, mientras que el que fuera defensor del Zenit ruso sí está liderando la zaga e incluso marcó en el partido de Bélgica.
Kelsy, el extranjero más diferencial. Por razones obvias, atraer talento foráneo le ha costado mucho al Shakhtar en los últimos tiempos. El venezolano Kevin Kelsy ha sido la principal apuesta del exterior en estos momentos difíciles. Siendo un adolescente llegó al primer equipo de Mineros de Guayana en su país natal y logró llamar la atención del cuadro ucraniano. Ahora tiene 19 años y ya sabe lo que es marcar en la Champions: lo hizo en la derrota por 1-3 ante el Oporto. Se trata de un atacante muy alto que normalmente se disputa el puesto con Sikan, aunque en alguna ocasión pueden compartir presencia en el once inicial.
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