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El ocaso de un equipo inolvidable

Todo tiene fin, y ayer llegó el de un equipo glorioso, apeado de la Champions por una dolorosa goleada en el Etihad. Es evidente que varios de los principales de la plantilla, metidos en la treintena, han acusado mucho el último año. Modric, Kroos y Benzema, tres jugadores excelentes, han bajado un peldaño, a lo que hay que sumar la salida de Casemiro. Por fuerza no podía ser el mismo equipo, ya que además los repuestos han venido condicionados por la inversión en el estadio. Enfrente estaba el City, con el mismo equipo al que el Madrid eliminó de milagro el curso pasado más Haaland, ese ogro del Norte que no marcó, pero influyó mucho.

Porque el Madrid ha jugado los dos partidos con la obsesión de protegerse de él, metiendo a los interiores muy atrás, para cerrar el espacio entre los centrales y los latearles. Así que defendía con seis, dejando el medio campo para Rodrygo, Modric y Vinicius, que flotaban como corchos entre los cuatro centrocampistas del City (Guardiola jugó cuando tuvo el balón al modo de la WM del tiempo clásico), encima apoyados por los laterales. Benzema quedó descolgado arriba. Con ese dispositivo, el Madrid no podía salir ni construir. Sólo sufrir ante un rival atrevido e inspirado, que en la primera parte le sacudió por las solapas.

Courtois retrasó el primer tanto y se puede decir que menguó la goleada. En la segunda parte el City cedió algo en la presión y el Madrid se movió, pero eso sólo sirvió para comprobar que Benzema, que el curso pasado parecía capaz de curar un enfermo sólo con tocarlo, seguía con las luces apagadas y que Vinicius tenía en Walker un hueso duro de roer. Todo eso ante un City sensacional de fuerza, juego y moral, firme en todas las zonas del campo, que consiguió un resultado que contemplado desde el Madrid suena a fin de ciclo. Entre los goleados de anoche había jugadores con cinco Champions ganadas, a los que se debe respeto en una noche tan dura.