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El nudo emocional de las canteras

En el año 2009 entrevisté a Eusebio Sacristán en un bar de Vigo. Yo estudiaba Periodismo y le pedí una entrevista para una asignatura. Sabía, o al menos sospechaba, que el Celta rechazaría mi ingenua propuesta, pero el órdago siempre hay que tirarlo preventivamente. Sorprendentemente, un día después el club me respondió con un sí. Y Eusebio, entonces entrenador del Celta, estuvo conversando conmigo una media hora. El equipo, en Segunda y sometido casi a una economía de guerra, había fiado su proyecto de viabilidad a la cantera. Pero el mandato de Eusebio no se basaba solo en la necesidad, también en la convicción. Un día se plantó en un partido del filial, observó en la distancia a Hugo Mallo, Iago Aspas o Joselu y dijo: “Estos chavales son lo que necesitamos”. Aquel tal Aspas debutaría en Balaídos unas jornadas después para salvar al Celta del descenso a Segunda B. Buen debut, sí.

El pasado 27 de febrero, Eusebio se colocó en el centro del césped de Balaídos e hizo el saque de honor del centenario justo antes del partido frente al Valladolid. Fue el partido en el que Gabri Veiga marcó dos goles certificando una temporada deslumbrante y quizá cerrando un círculo: el de la apuesta por una idea. De los siete máximos goleadores nacionales de LaLiga ahora mismo (Joselu con 11 goles; Borja Iglesias con 10; Iago Aspas con 9; Morata con 9; Sancet con 8; Gabri Veiga con 8 y Brais Méndez con 7), cinco pasaron por la cantera del Celta.

Hay pocas palabras que llenen más la boca de un aficionado que la de “canterano”. Se dice con orgullo, el pecho henchido, expresión dichosa, como un padre antes de la graduación de su hijo: “Ahí va, míralo, es canterano”. Es casi sangre de tu sangre. Seguramente fue tan aficionado como tú lo fuiste en tu niñez o adolescencia, casi seguro sufre la misma sinestesia de sentir los colores. Por eso cuando un canterano se va (porque casi siempre se terminan yendo vía talonario) sientes más la pérdida, la punzadita de traición, el despecho. Las canteras nos unen emocionalmente con los equipos. Y consiguen algo complicado hoy en día: sacudir la idea de que los clubes parezcan simples entidades administrativas.