El mejor partido de la mejor competición
Guardiola suele decir que lo que en Inglaterra de verdad importa es la Premier, pero para jugar contra el Leeds en vísperas de visitar el Bernabéu reservó a Rúben Dias, Stones, Rodri, Bernardo Silva y Grealish; este domingo le tocó afrontar al Everton a tres días del partido de vuelta en el Etihad e hizo lo propio con Stones, De Bruyne, Bernardo Silva y Grealish. Todo ello con la Premier por resolver. O sea, que podríamos decir que en este punto Guardiola no es consecuente, sino económico con la verdad. La Champions es lo más de lo más, bien lo sabe, y le aprieta ese zapato porque desde que se separó de Messi, Xavi e Iniesta no la ha ganado.
Esta vez cuenta con una bola extra, Haaland, el terror que en el Bernabéu conjuró Rüdiger, que viene a ser su negativo fotográfico, su otro yo al otro lado del espejo. Aquel marcaje mete en dudas al madridismo: ¿repetirá Rüdiger? Es lo lógico, pero ¿qué hacemos con Militao? ¿No juega o desplaza a Alaba al lateral? ¿Y entonces, Camavinga? ¿Al medio campo en lugar de Valverde? ¿Puede Valverde regresar a la banda? ¿Cómo prescindir de Rodrygo ahora, tal y como está? Esa es la comida de coco en las vísperas, el ‘sudoku’ que tiene que resolver Ancelotti, que no tiene por qué dar esa información al rival en la víspera. Así que paciencia.
El caso es que seguimos mirando al City a través de Haaland. Igual me figuro a los citizens, comiéndose la cabeza con cómo parar a Vinicius, que si viviéramos aún en tiempos de futbolistas con apodo podría ser conocido como ‘La Flecha Negra’, título de aquella novela de Stevenson ambientada en la Guerra de las Dos Rosas, que enfrentó a las casas de Lancaster y de York, una de mis lecturas favoritas de adolescente. Contra él tampoco se conoce antídoto. Y hay otro buen puñado de grandes jugadores en uno y otro lado (¿han visto los últimos goles de Gündogan?) de modo que veremos un gran partido. El mejor partido de la mejor competición.