El Madrid es acusación y no acusado
A Sandro Rosell hay que disculparle casi todo, pero atacar al Real Madrid en el Caso Negreira no le ayuda.


Herencia. Sandro Rosell pasó 645 días en prisión preventiva por delitos que la Justicia reconoció, tarde y mal, que no cometió. La indemnización de 232.500 euros por ese terrible error parecen una broma al lado del daño causado. En él, pues, cabe entender y casi disculpar cualquier cosa, pero chocan las respuestas a su abogado (el único al que permitió preguntar) ante la jueza del Caso Negreira. Le hubiera bastado con argumentar que él no organizó la trama, hecho probado, que heredó la carga y que un presidente no está en el detalle de todos los pagos que hace un club cuyo presupuesto, por aquel entonces, debía acercarse a los 500 millones.
Personado. Sin embargo, Rosell se defendió disparando contra el Madrid, que no está encausado sino personado en la causa como acusación particular, pese a los recursos del Barça y Bartomeu. “En los últimos setenta años, el que ha tenido peso es el presidente (del CTA), y durante estos setenta años, no sé si siempre o en la mayoría (de los casos), estos se han declarado forofos del Madrid”. Hasta ahora, no se conoce ninguna confesión de ese tipo. También habla de que la superioridad de aquel Barça era tal que no necesitaba pagar a Negreira, pero siguió haciéndolo. Él, sus antecesores y sus sucesores sin que ninguno haya aclarado aún por qué.
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Plaza. Rosell, sin aludir a ello, retomaba una causa paralela abierta por el entorno culé sobre la relación de diez presidentes arbitrales con el Madrid como jugadores o directivos. Los tres primeros ejercieron antes de existir la Liga. En Copas, el Barça ganó 5-1. Con los cuatro ‘acusados’ que mandaron en los primeros 14 años del franquismo, el Barça salió cinco veces campeón y el Madrid se quedó en blanco. Y José Plaza, el más señalado, jugó en un equipo afiliado al Atlético antes que en el Plus Ultra, club que se asoció al Madrid cuando él ya no estaba. Otra cosa son las simpatías, tan difíciles de probar como la influencia de Negreira en los árbitros.
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