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El Madrid cosecha en Baden Baden

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El Madrid ganó el Mundial de Clubes con dos victorias, nueve goles a favor y cuatro en contra, cifras que explican a la perfección el rendimiento del equipo en el torneo, pero también el carácter de la competición, que ha perdido fuerza en los últimos 20 años. Atrás quedan los días donde los equipos europeos y suramericanos se enfrentaban en un plano de cierta igualdad. De los tiempos de gran igualdad resulta difícil acordarse. El Madrid ha estado en todas las fases, desde la era Intercontinental hasta ahora. Ocho títulos de campeón le avalan.

La final remitió a la semifinal. Un rival egipcio y otro saudí, dos equipos de buen gusto con la pelota, sin timidez para jugar y ningún interés en entregarse en los partidos. Tanto el Al Ahly como el Al Hilal ayudaron mucho a convertir en atractivos los dos partidos, definidos por la proliferación de goles y ocasiones de gol. En los dos quedó clara la superioridad del Madrid, pero no tanto como para reducir los encuentros a un trámite amistoso.

Fueron partidos amables, raros a estas alturas de la temporada, donde el fútbol está que arde en todas las ligas. Un soplo de verano en invierno, en definitiva. Baden Baden en Rabat. Del Madrid no dijo grandes novedades: Vinicius es un volcán de soluciones y goles, los lesionados se recuperan gradualmente (a Tchouameni le cuesta afinarse en su puesto) y la defensa expresa sus preocupantes problemas. Cinco goles en dos partidos son demasiados, tantos como las oportunidades concedidas.

A la defensa, o a algunos defensas (Rüdiger y Alaba) les faltó tensión. Camavinga jugó con su energía habitual, pero cometió más errores de los prudentes. El caso es que tanto el Al Ahly como el Al Hilal atacaron casi exclusivamente por el costado izquierdo del Real Madrid, con excelente resultado. El último cuarto de hora de la final señaló la preocupación de Ancelotti, que aprovechó los cambios para colocar a Alaba en el lateral izquierdo, su posición de costumbre en sus días en el Bayern Múnich, cada vez menos frecuentada.

El más eficaz entre los defensas fue Nacho, que se adapta a todo y a todos. Pasan los entrenadores, se suceden los fichajes y Nacho acaba colocando el pie en la puerta. Lo normal en su larga y notable carrera en el Real Madrid es que termine por jugar más en la segunda vuelta que en la primera, que apague fuegos en todas los puestos defensivos y, más de una vez, resuelva con máxima nota las complicaciones en momentos decisivos de la temporada.

Dicen de Nacho que tiene una percepción negativa del trabajo del defensa, que teme cometer errores y vive el fútbol como si la pelota se disputara al borde del abismo. Algunos de los mejores defensas en la historia del fútbol español, Puyol sin ir más lejos, han hecho su trabajo con esa mentalidad. Máxima atención, pero no ser víctima del stress. Otros, caso de Sergio Ramos o Piqué, han sido defensas optimistas, extraordinarios en su trabajo, pero nunca angustiados, lo que de vez en cuando les condenaba a sonoros errores, de los que no tomaban nunca. Su optimismo sólo era comparable a su capacidad para olvidar.

El Madrid salió campeón de Rabat y Vinicius se ganó todos los méritos para acabar designado mejor futbolista del torneo. Su producción es bestial, por goles (16 esta temporada), pases de gol y, sobre todo, por su incesante actividad en los partidos. Detener a Vinicius es detener un huracán en cada partido y en cada minuto.