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El Madrid acude tarde a la caballería

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Cada equipo responde a sus señas de identidad. Las de Osasuna están bien establecidas. No es de los que se aflojan. Tampoco en el Bernabéu, cuyo efecto es evidente en la mayoría de los rivales del Madrid, tanto en el campeonato nacional como en la Liga de Campeones. Arrasate, técnico del club navarro, ha profundizado en la batalladora tradición de Osasuna, que no solo se distingue por su resistencia competitiva. También juega. El Madrid tardó mucho tiempo en comprender que no era un partido cualquiera. Sólo al final, cuando apretaba la prisa para evitar el empate, empujó con la decisión que le había faltado hasta entonces.

La victoriosa secuencia del Madrid esta temporada, vencedor en los seis partidos de Liga y en los dos de la Copa de Europa, se interrumpió con un empate que justifica lo que sucedió en el Bernabéu hasta la tromba final. Regresó Benzema, con todo lo que eso significa en el equipo, y faltó Modric, que causó baja después de la semana internacional, acompañada de su habitual parte de lesionados. Valverde regresó de sus tareas con Uruguay y descansó. El Madrid le echó de menos.

Faltó armonía, autoridad y los pases profundos necesarios para desestabilizar a la defensa de Osasuna, sostenida por dos centrales que garantizan el dominio aéreo. David García es un cabeceador fenomenal, un gran defensa a la antigua, sin pretensiones exquisitas en el manejo de la pelota. Durante años ha pasado por debajo del radar mediático. En Osasuna es una columna indispensable.

Ceballos ocupó la posición de Modric. Ancelotti le presta atención y le concede minutos. Esta vez, le encontró hueco entre los titulares. Se vio en una situación de riesgo: la necesidad de demostrar demasiado en una oportunidad importante en su carrera. No dispondrá de muchas. Modric, Tchouameni, Kroos y Camavinga le adelantan en la rotación. Ceballos intentó dejar su sello en el partido con una participación exhaustiva en el juego, pero olvidó que el partido exigía cosas básicas: menos acarreo, menos toques y más verticalidad frente a un rival vigoroso y bien armado.

Por si acaso, Osasuna mantuvo alerta a la defensa madridista. Abde le dio un buen dolor de cabeza a Carvajal y Kike García confirmó por enésima vez que en lo suyo tiene pocos rivales. Funciona como un reloj de espaldas a la portería, ofreciendo alternativas y oxigenación al juego del equipo, es listo para desplazarse a los costados. Con las cosas bien claras, Osasuna avisó al Madrid en el primer tiempo y no se desintegró en el segundo.

Fue la clase de partido que pedía a gritos un Madrid enérgico, mandón y atento, pero predominó una versión suave, confiada en la calidad de alguno de sus jugadores para resolver el problema. Vinicius se lo tomó en serio y volvió a destacar, incluido el gol, un fuera de juego de toda la vida a cargo de Rüdiger que ahora ni es fuera de juego, ni na.

Entraron en el segundo tiempo, Camavinga, Valverde, Asensio y hasta Mariano, que voló varias veces en busca del cabezazo definitivo. No lo consiguió. El Madrid estuvo muy cerca del gol, pero durante más de una hora muy lejos del juego.