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El Inter de Bilbao

Actualizado a

El Athletic celebró su 125 cumpleaños y el Atlético de Madrid fue la merienda del convite. O el pavo en Nochebuena. Nos invitaron para acabar siendo devorados por leones. Si se piensa detenidamente, era lógico que el Athletic saliera al 200% de intensidad. Todo acompañaba, el ambiente era insuperable, y la ocasión era propicia para homenajear al Chopo y fastidiar al Cholo. Me duele especialmente escuchar las declaraciones de Oblak, que tuvo que ver el chaparrón desde la portería, y preguntándose todo el rato por qué los otros diez no paraban a esos chavales enrabietados que cercaron nuestro territorio.

Otra incomparecencia, como en Barcelona. Estamos débiles en campo contrario. Uno no entiende cómo funcionan las cabezas, por lo que uno no entiende por qué en casa nos comemos al Brasil de los 70, al menos hasta el partido anoche, en que se estropeó la gesta de Griezmann, y fuera de casa nos menea el Aravaca. Hay que poner remedio a esta situación, en lontananza ha aparecido el Internazionale Milano y no podemos viajar a Italia en estas condiciones. Hay que cambiar algo.

Menos mal que la vuelta es en Madrid, para eso tan valioso sirve quedar primero de grupo, y en nuestro caso es un milagro que pocas veces sucede. Esperemos que en esta ocasión sirva para mucho, porque la ida en Milán puede ser complicada. En el Metropolitano todo es posible.

Volviendo a lo de Bilbao, debo decir que yo nací de madre bilbaína (y aquí abro un paréntesis para decidir si le pongo la tilde o no al gentilicio, ya que una cosa es cómo se escribe según la RAE, y otra cosa es lo que uno oye por las calles de Bilbao).

Con semejante ascendencia, duele menos la derrota en San Mamés, porque yo nací, crecí y viví con corazón rojiblanco y pantalón azul, pero ese pantalón puede volverse negro momentáneamente por determinadas circunstancias, para celebrar cosas que la razón no entiende. Así que, dentro de lo que cabe, mi madre estaría aplaudiendo el sábado desde ahí arriba. Y si mamá aplaude...

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