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El descalzaperros Laporta-Deco-Xavi

El Atleti necesitaba un punto para finalizar como campeón de grupo y consiguió los tres. Jugó bien, salvo en alguna fase en la que le costó salir de la presión del Lazio, lo que hizo que se paseara por el Metropolitano el fantasma de la mala segunda parte ante el Almería, que de tan mal humor puso a muchos. Pero esta vez fue cosa bastante fugaz. El Atlético ganó bien el partido, finaliza con cuatro victorias y dos empates y va, junto al Madrid, la Real y el Barça, al bombo uno, lo que le permitirá, como a ellos, acudir con tranquilidad al sorteo del lunes. Todo parece estar en su sitio en este Atlético, que podrá pasar unas Navidades felices.

Su presente sosegado y feliz contrasta con el del Barça, metido en un siniestro proceso de autofagia que ha convertido su clasificación como campeón de grupo en una crisis del tamaño de una catedral. Xavi pretendió dar descanso a cuatro vacas sagradas, Lewandowski, Gündogan, Araújo y De Jong, descuidando quizás el interés que tenía Laporta en los 2.800.000 euros que caen por victoria, y éste le hizo convocar a todos menos al holandés, enfermo. Las explicaciones con que se pretendió cubrir esta desautorización fueron infumables y Deco no desperdició la ocasión de dejar a Xavi en mal lugar, al contradecir su argumento de que la lista de viaje había sido obra colectiva.

Y en el campo, peor. Lewandowski, que no estaba en la lista inicial, fue titular, para luego resultar sustituido con el marcador en contra por el jovencísimo Marc Guiu, que aprovechó sus minutos para marcar un empate que duró un suspiro, porque de inmediato llegó el 3-2, en el enésimo agujero defensivo del Barça. Visto en conjunto, todo ha sido un descalzaperros, un extravío continuado con el resultado de una derrota sin consecuencia alguna para la competición, pero que desnuda y castiga el mal funcionamiento del club y el menoscabo de la autoridad del entrenador. Unos hechos que tendrán muy mala, si no imposible, digestión.