El Demonio está en los detalles
El Demonio está en los detalles, dice un viejo refrán anglosajón. También pasa en fútbol, donde los entrenadores hace años que se afanan en cuidarlos, preparando jugadas de estrategia, estudiando las del contrario, manejando vídeos para anular las virtudes del rival, exprimiendo eso difícil de definir y fácil de entender que Camacho llamó ‘el otro fútbol’. Pero aprehender todos los matices del juego es imposible hasta para el entrenador más aplicado, algún fleco queda siempre suelto. Y en este derbi, un gran derbi, se dio. Con 0-1 y ya tarjeteado, Ceballos fue a despejar un balón en la media luna y en lugar del balón encontró a Lemar. Y no vio tarjeta.
¿La merecía? Él contiene la pierna, pero golpea y derriba. Soto Grado pita la falta, pero no le muestra tarjeta. Contrasta esa continencia con la facilidad con que amonestó luego a Savic y Vinicius por una disputa menor, al poco de la cual llega un volteo estrepitoso de Savic a Camavinga, que le cuesta la segunda, ésta inobjetable. Así que el que acabó con diez fue el Atlético, que llevaba tiempo rumiando que el Madrid contaba con una bola extra por la no expulsión de Ceballos. Seria ventaja para un partido muy igualado, como lo han sido los ya seis derbis ‘a una carta’ desde que está el Cholo, todos ellos invariablemente terminados en prórroga.
Claro que hubo más detalles. El más luminoso fue el gol de Rodrygo, una maniobra genial que a los de mi quinta nos recordó a Amancio, especialista en penetraciones imprevisibles. Fue la réplica tardía del Madrid al gran tanto del Atlético en el primer tiempo, fruto de una combinación larga y precisa, casi indefendible. Dos bellos goles para un derbi magnífico, resuelto en la prórroga por el Madrid con un tanto de Benzema pillando el balón tras dos remates pifiados de sendos compañeros, y otro, el final, de Vinicius, que se compensa así de la asquerosa imagen que tuvo que soportar antes del partido, cuyo autor no aparecerá. Sería el Demonio.