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El Clásico del fútbol

El Madrid-Barça es el gran partido del baloncesto español, un duelo que coloca a este deporte en sus picos de expectación y audiencia. Por un lado, porque son dos potencias. Por otro, porque la rivalidad del fútbol empapa todo. Es más, si este Clásico existe y persiste es porque al papá fútbol le interesa cuidar al hijo, por tradición y prestigio, a pesar de que ese cariño depare pérdidas todos los años. La pasada temporada, entre los dos equipos sumaron un agujero de 61,2 millones, más o menos una treintena cada uno. Esta es también la razón del dominio abrumador de ambos en la cancha, con presupuestos en torno al doble de sus perseguidores en la ACB, como el Baskonia. Si quieres competir con las máximas aspiraciones en la Euroliga, donde otros clubes cuentan con ventajas fiscales, no queda otra que moverse en esas cifras. A la espera de que alguna vez genere beneficios económicos, porque socialmente sí está rentabilizado, es obvio que a los dos gigantes del balompié les interesa, o al menos no les supone un grave lastre, ceder ese dinero a fondo perdido, a cambio de la buena imagen que reporta.

El Madrid-Barcelona, con pérdidas o sin ellas, ofrece un rebosante atractivo. Sin duda. Quizá el nuevo debate haya que enfocarlo más hacia a otro prisma, que es la saturación de Clásicos. ¿Es bueno que se repita tanto por el espectáculo o sería preferible servirlo con gotero para saborearlo más? El Clásico de este jueves es el cuarto de la campaña. Aún queda otro fijo en la ACB. Y no es descartable que vuelvan a cruzarse en la Copa, en la Liga y en Europa. Ganó el Madrid, con lo que nivela el balance del curso: 2-2. La igualdad es tan grande este año, que al partido llegaron empatados en cabeza de la Euroliga y la Liga. Los de Chus Mateo han dado un pasito al frente. Habrá más. El Clásico, por cierto, adelantó el horario para no coincidir con el Madrid-Atleti. El fútbol manda. El basket lo sabe bien.