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El carisma de Laporta

Víctor Font, el candidato que perdió contra Joan Laporta en las últimas elecciones en 2021, reclama ahora que las adelante el próximo verano. No es probable que suceda porque a Laporta no le gusta que nadie -excepto Florentino Pérez con la Superliga- le diga lo que tiene que hacer, pero la oposición comienza a moverse y se han activado varios grupos que señalan exactamente lo mismo: que el presidente está mintiendo, que hay un relato propagandístico que no se aguanta por ningún lado y que el club está igual o peor económicamente hablando desde que él llegó con su ejército de familiares, amigos y conocidos.

Laporta se sostiene principalmente por su carisma. Tiene capacidad para engatusar, oratoria y la poderosa droga de la nostalgia: el mejor Barça de la historia fue el de su primer mandato. Ahora ha vendido patrimonio, no es capaz de volver a la regla del 1:1 aunque la lleva pregonando desde mayo y con Tebas de aliado, huyen despavoridos del club pies para que os quiero perfiles profesionales en las principales áreas, se inventa fichajes como el de Nico Williams o asegura sin sonrojarse que Gündogan se ha marchado al City por motivos estrictamente deportivos. Como el equipo ha empezado como un tiro con pleno de victorias y un Flick que hasta se apunta a la Diada de Catalunya, no parece importarle a nadie que Dani Olmo esté inscrito gracias a que se lesionó Christensen o que los mismos que aseguraron que las prioridades eran un medio centro y un extremo izquierdo afirmen que han hecho los deberes sin haber fichado ni una cosa ni la otra.

Da igual todo porque Laporta tiene carisma y lo mismo te improvisa la gestión como un discurso de media hora sin mirar un papel que presume de valores democráticos mientras Enric Masip se harta de propagar bulos y discursos de odio de la ultraderecha y la comisión ética del club todavía no se ha reunido porque no ha sido convocada. ¿Que quién la tiene que convocar? Pues el carismático, claro.

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