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El capitán Bruguera cambió de barco

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En esta semana en la que tanto se habló de un seleccionador, Luis Enrique, y algo menos, pero también, de su sustituto, Luis de la Fuente, hubo otro seleccionador español que ocupó titulares, Sergi Bruguera, al igual que su posible relevo al frente del tenis, David Ferrer. Aquí la bomba neutralizada era de muchos menos megatones, porque fue la confirmación de una noticia prácticamente sabida, pero no anunciada, desde la pasada primavera. Bruguera forma parte desde marzo del cuerpo técnico de Alexander Zverev, un potencial rival de las primeras raquetas de España tanto en la ATP como en ediciones venideras de la Davis. Había tenistas, como Carlos Alcaraz y Pablo Carreño, que no se sentían cómodos con la circunstancia de ver a su capitán en el palco del alemán.

Así se lo comunicaron a la RFET, que ha sido sensible a sus opiniones, por lo que lo normal es que también acepte el nombre propuesto por los jugadores como sucesor: Ferrer, tres veces campeón de la Copa Davis. Los tenistas tuvieron incluso una reunión para analizar la problemática en vísperas de Roland Garros. La cosa viene de largo. Bruguera se marchará del cargo después de cinco años, que en realidad son cuatro si se resta el pandémico 2020, con un balance favorable de 11-4 en sus 15 eliminatorias como capitán y con la Ensaladera de 2019 como gran éxito.

El caso de Bruguera rescata una polémica clásica sobre las compatibilidades de un seleccionador, que ocurre a menudo en otros deportes, con el basket entre los más frecuentes. Recientemente, vimos cómo Ergin Ataman, entrenador del Efes, vetó la presencia de su jugador Vasilije Micic con Serbia en su partido contra Turquía, selección que dirige el propio Ataman. Es sólo un ejemplo chirriante, pero ha habido más casos. Incluso de seleccionadores que a la vez son representantes. La duplicidad de cargos puede topar con intereses encontrados. O con situaciones desagradables.