El Barça juega a la chica
Cuando el 17 de junio de 2001, una chilena de Rivaldo en el último segundo de la última jornada ante el Valencia metió al Barça de Joan Gaspart en la Champions, el presidente azulgrana estuvo a punto de salir proyectado desde el palco para celebrarlo como si fuese un título. Por entonces, ese era nuestro suelo, y también nuestro techo. A poco más aspirábamos con aquel carrusel de fichajes que impuso el mandatario hotelero y que hacía casi imposible memorizar los cromos de nuestro álbum. Tras la irregular campaña que está a punto de finalizar, y asegurada hace unas jornadas ya la clasificación para la competición continental, nos queda el aliciente de asegurar también el subcampeonato que nos transporta a luchar por la Supercopa.
Magro consuelo, viniendo de campeonar el año pasado, pero que hace dos semanas no dependía siquiera de nosotros mismos. Los dos traspiés consecutivos del Girona nos lo deja en bandeja si esta noche derrotamos al colista y desahuciado Almería, al que nuestras cuitas le suenan a problemas de ricos. No está el Barça para dejarse ir con desgana antes de comenzar a planificar lo que queremos ser para nuestro futuro inmediato. Para eso ya llegará su momento. Ahora toca amarrar lo que podamos jugando a la chica, como en el mus, mientras no podamos de nuevo jugar a lo grande.