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Ejercicio de impotencia del Barça en Almería

Desde el empate en el derbi hemos visto todos al Barça escapado a 10 puntos en LaLiga, creando un runrún nacional que sin duda ha servido de alimento espiritual para el Almería. No hay cosa que motive más a un grupo de futbolistas que escuchar que se les da por derrotados de antemano. El Almería reaccionó a eso con un partido ejemplar desde sus posibilidades, adelantándose con un gol feroz de El Bilal, que en su disparo pareció descargar toda la rabia de una plantilla que se sintió despreciada, y luego con una defensa perfecta en colocación, atención, solidaridad y esfuerzo, en la que sobresalió Rodrigo Ely con mil y un despejes de cabeza.

Porque según avanzaba el partido el Barça fue haciendo un juego cada vez más prosaico, hasta colocarse en las antípodas del modelo al que se le asocia. Proclamó el Día Mundial de Balones a la Olla con una interminable sucesión de pelotazos al área ante los que los defensas y el meta Fernando se sintieron seguros, bien plantados y ganadores. Suena raro, pero el Barça sólo tiró una vez a portería, ya en el 81′. Xavi recurrió a meter arriba a Araújo a cabecear, al modo que hacía Alexanco con Cruyff en ocasiones desesperadas, pero los dos centros que le llegaron claros se los arrebató Lewandowski, al que se empieza a ver oxidado.

Jugó rematadamente mal el Barça. Visto desde Almería, aquella excelente final de la Supercopa que pareció el comienzo de algo grande suena a otra época. Me represento a Xavi pateando el pedal de una de esas motos antiguas que amagaban con arrancar para enseguida silenciarse otra vez. Y vuelta a empezar. Temo que el Barça tiene un buen once de gala, por días estupendo, pero que a partir de cierto número de bajas (ayer Pedri, Dembélé más los reservados Koundé y Araújo, éste parachutado en el 70′ sobre el área andaluza, de perdidos al río) se viene abajo por los malos repuestos. El caso es que pasan los meses y a Xavi no le arranca la moto.