Ejercicio de humildad y resistencia
Tras 120 minutos de partido el City llegó 46 veces al área y el Madrid, seis. Difícil explicar de una manera razonable cómo pudo el equipo aguantar semejante asedio. No figura en su ADN. Ni está en su historia ni le viene de serie. Fue el mayor castigo al que el Madrid ha sido sometido en Europa. Pero lo consiguió. Una vez más, lo consiguió. Ahora hay que disfrutar del momento. Felicitarse por una temporada de ensueño con LaLiga en el bolsillo y ya en semifinales de Champions. Por ese doblete que ahora está a la vuelta de la esquina. Pero queda pendiente un debate sobre el estilo del equipo, que se entregó al contraataque como único arma para luchar contra el City.
“Compromiso y actitud”, exigía Ancelotti en la previa. “En general, pido trabajo al equipo. Rodrygo, Bellingham, Vinicius... Quiero trabajo colectivo”. Pues lo tuvo de los tres, artistas con mono de trabajo que dejaron hasta su última gota de energía por defender el resultado. Pero hubo más. Un Rüdiger imperial que tuvo el premio de marcar el penalti decisivo. Ni un pero a Nacho, que ejerció de gran capitán. Carvajal y Mendy recordarán pocos partidos con tanto trabajo. Valverde y Camavinga se dejaron el alma... Fue un derroche defensivo, una exhibición distinta a la que el Madrid suele proponer, y un ejercicio de humildad de un equipo al que Ancelotti convenció de que jugar así era la única manera de doblegar al City en el Etihad. Sólo queda pendiente el debate del estilo.