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Dembélé le regaló a Xavi un partidazo

Xavi cumplía ayer años y Dembélé le regaló un partidazo coronado con el gol que mete al Barça en la semifinal. Que Dembélé siga de blaugrana se debe a una fe de Xavi que no todo el mundo compartía y a la que el jugador francés no siempre ha hecho honor. Bastantes partidos espesos, varios con detalles, alguno buenecillo y por fin éste, en el que arrastró a los suyos a la victoria. Para esto lo quería Xavi, para que hiciera cosas imposibles para otros, y las hizo. Fue una salida continua para el Barça, un cuchillo en el costado izquierdo de la Real, un manantial de entusiasmo para el aficionado. Él tuvo en pie al estadio y ganó el partido.

La Real venía de nueve victorias y confirmó que es un gran equipo y eso que jugó más de medio partido con diez por culpa de Brais Méndez, alterado por un codazo-braceo de Lewandowski, de esos que todos tienden a exagerar, y a partir del cual buscó venganza; a la segunda fue advertido por Gil Manzano, que le hubiera hecho un favor amonestándole, porque a la tercera se pasó del todo en una entrada a Sergio Busquets con aire de represalia a una falta previa de este. Gil Manzano lo dejaba en amarilla, pero el VAR le avisó y le expulsó. Lo merecía, pero, dicho sea de paso, la patada se pareció mucho a la de Dembélé ante el Getafe.

Aun así, el Barça pasó algunos sustos. El entramado defensivo de la Real funcionó, sus centrales fueron imponentes y alguna salida con peligro soltó. En el primer tiempo Kubo disparó al larguero, en el segundo Sorloth, por lo demás un gran jugador, mandó por encima del larguero un gol claro. También Gavi, fuente inagotable de juego y energía, llevó un balón al palo, por decirlo todo, y el Barça acarició el gol alguna vez más, tampoco muchas. Pero no pudo cerrar el partido y al final tuvo un par de sustos de aúpa resueltos por Ter Stegen, que con eso remediaba un mal saque con el pie que dio lugar a la avalancha final de córners y regates realistas.