Demasiado pronto para pontificar
Sacar conclusiones ya de cómo va a ser la temporada, resulta, desde mi punto de vista, cuanto menos osado.
Pontificar es presentar como innegables dogmas o principios sujetos a examen y no seré yo quien vaya a pontificar en torno al inicio de la temporada del Real Valladolid. Primero, porque el inicio no ha sido malo acumulando cinco jornadas sin perder y sin encajar gol. Y también porque entra dentro de lo normal que un equipo que ha tenido tantos cambios en el verano, incluido el del entrenador y que ha tenido la llegada de jugadores llamados a ser importantes en el cierre justo del mercado necesite un periodo algo más largo de acoplamiento y de búsqueda del rendimiento ideal. Por tanto, sacar conclusiones ya de cómo va a ser la temporada, resulta, desde mi punto de vista, muy osado y susceptible de verse obligado con el paso del tiempo a tener que rectificar.
En cambio sí se puede pontificar en torno al inicio de las dos temporadas anteriores en las que el Real Valladolid ascendió. En la 2023-24, con Pezzolano al frente, el comienzo fue realmente malo ya que tras ganar en la primera jornada al Sporting, sin jugar muy allá, se perdieron los tres siguientes partidos ante Zaragoza, Alcorcón y Albacete para empatar después en Zorrilla ante el Elche. Es decir, cuatro puntos de quince y uno de doce. Muy flojo inicio. El Valladolid acabó ascendiendo con el uruguayo en el banquillo.
En la temporada 21-22, con Pacheta, tres derrotas consecutivas en las jornadas 4, 5 y 6 enviaron a los de Pacheta a la parte baja de la clasificación. Surgieron los nervios y las dudas. La consecuencia fue ascender con el burgalés al final de la temporada.
Tenemos, pues, dos antecedentes muy recientes que nos deben invitar a realizar una reflexión serena y ponderada. Es verdad, lo ha visto todo el mundo, que el equipo, hasta hoy, ha carecido de un juego creativo importante con posesión de balón. Se ha tornado muy previsible. Y también parece claro que anda algo escaso a la hora de presumir de capacidad goleadora. Pero ha manifestado otras virtudes como el ritmo, la intensidad y, casi siempre, la capacidad de tener un buen desenvolvimiento a la hora de defender. Almada lleva siete partidos y seguro que sigue buscando soluciones.
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Es momento, pues, de esperar y de dejar trabajar, sin negar que hay cosas que el equipo tiene que mejorar. El nuevo entrenador lleva tres meses aquí, igual que los nuevos propietarios. Los jugadores incluso menos. Imposible poder hacer una valoración real de lo que todos ellos puedan llegar a aportar. Me apunto al sector que pide apoyo y paciencia. No entiendo otro camino. Empezar con prisas, nervios y dramatismos no me va. No seré yo el que pontifique. Hay otros mejores para hacerlo. Se lo dejo.
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