Del cielo al infierno en 90 minutos
Un espejismo. Eso fue el partido de semifinales. El Barça devolvió al Madrid a su extraña realidad. Una derrota de esas que tienen consecuencias y que obligan a una profunda reflexión. En Yeda se perdió algo más que una final. La posibilidad de ganar el Septete, la confianza para lo que queda de temporada y quién sabe si también la confianza que Florentino pueda tener o no en Ancelotti. Han sido dos partidos ante el Barça y dos revolcones. En realidad, el Madrid no ha conseguido ganar a ninguno de sus rivales fuertes: Liverpool, Milan, Athletic en San Mamés, Atlético... Son seis derrotas de 30 partidos, demasiado.
Esa revisión del proyecto debe hacerse de abajo hacia arriba. En el verde, puede que jugar con tres delanteros (cuatro en realidad porque Bellingham ya es eso) ante rivales fuertes no sea una buena idea. Hay que equilibrar al equipo como sea aunque alguien resulte sacrificado. Sobre lo hecho en los despachos hay que preguntarse por qué la confección de la plantilla obliga a Lucas Vázquez a jugar de lateral, a Tchouameni de central o a Valverde y Camavinga de mediocentros cuando no lo son. Se ha subestimado lo que Kroos suponía para el Madrid y la edad de Modric. Se ha subestimado, en realidad, lo que supone el centro del campo para el juego de un equipo. Ahora es evidente que no es momento de fichar. El mercado no ofrece nada que mejore lo que ya tiene Ancelotti. Toca remar río arriba. Al menos, en eso sí está curtido el Madrid.