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De repente, el último partido

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Se acerca peligrosamente el verano, cuando el fútbol nos descubre su rostro anticlimático. Nuestro balompié es un deporte de curso escolar, de sobresaltos esporádicos que iluminan un planeta de profunda rutina, de bufanda y angustia de domingo por la tarde, de lunes de resacas, de sol de invierno y lluvia de entretiempo. Los Mundiales y las Eurocopas corrigen esta sensación estival de galbana antifutbolera con un espejismo colorista de selecciones que sabe a premio extraordinario, a prórroga in extremis, a explosión festivalera, y que se vive casi como si lo que se jugase en esos torneos fuese una edición especial del fútbol, casi otro deporte. Hasta que llegaron la pandemia, que se llevó la Euro 2020 a 2021, y los golfodólares del Pérsico, que movieron la copa del mundo a noviembre, los veranos de los años impares siempre han sido diferentes: sin fútbol. Y a mí se me hacen eternos. Porque no me gusta tomarme vacaciones de mis propias pasiones.

Con todo, el fútbol en verano sabe diferente. Junio, que antaño era el mes de la Copa, en que los ganadores de la Liga (en los 50 y los 60, el Madrid ganó 12 Ligas y una sola Copa) se relajaban y los otros aspirantes daban el do de pecho, abre un impasse mezcla de hastío y de melancolía, un descanso obligado en el que, sin embargo, la realidad virtual con la que los medios sustituyen al juego real trata de convencernos de que sigue la tensión del curso. Se trata de la sofocante continuación del universo paralelo de todo el año, en el que cada vez importan menos los resultados y más la expectativa casi siempre incumplida de la próxima semana, la pelea partidista, el anhelo malabarista de fichajes imposibles, las crisis mediáticas, el debate de lo que pudo haber sido y no fue... El problema ya no es que llegue el último partido y se acabe el fútbol, sino que el resto del año se parece cada vez más peligrosamente al ruido vacío de esta cuesta de junio y julio, espejismo de fútbol. Bendito agosto, verano tardío, para los que esperamos la rutina del balón y creemos en un deporte for all seasons, para todas las estaciones del año. Fútbol para la eternidad.