De Jong, en un Gamper ‘triomfant’
Dudas. Aunque el Barça ya ha ingresado 700 millones de euros y prepara una cuarta palanca que le generará cien más, no está garantizado a día de hoy que el sábado que viene haya inscrito, antes del partido ante el Rayo, a Lewandowski, Christensen, Kessié, Raphinha, Koundé, Dembélé, Sergi Roberto y Gavi (como jugó más del 30% de partidos con el primer equipo la temporada pasada siendo jugador del filial, su sueldo también computará ya en la primera plantilla). De momento, lo único que se conoce es que el polaco es el primero que está en la cola según Laporta. No se sabe cómo habrá sentado el anuncio al resto. El caso es que, dentro de esa especie de realismo mágico en el que se mueve el Barça este verano, todo podría depender, al final de tanto ruido de palancas, de la venta de Frenkie de Jong, que liberaría más de 20 millones de euros brutos en la masa salarial y metería en la caja del club más de 70.
La historia se repite. En parte, y con sus matices, el caso de De Jong en 2022 recuerda al de Luis Suárez en 1961. Más allá del debate entre kubalistas y suaristas, el gallego ya se había establecido como un jugador tremendo. Siendo centrocampista, en su último año en el Barcelona marcó 15 goles en 28 partidos. Pero el club estaba arruinado. Y aquellos 25 millones de pesetas del Inter sirvieron para cubrir en parte la obra del Camp Nou. “Aquella tribuna de allí la pagué yo”, ha repetido en alguna de sus visitas. De Jong no se ha acercado ni de lejos a lo que fue Suárez en Barcelona (el equipo apenas ha ganado una Copa desde que llegó), pero su traspaso puede aliviar la situación límite de inscripción de jugadores. Es difícil saber cómo gestionaría el vestuario el asunto si se acerca la fecha límite y las inscripciones se complicaran.
Juicio popular. En vísperas del Gamper eufórico que se supone hoy, con la ilusión desatada por los fichajes, puede esperarse un plebiscito para De Jong. Está por ver si mandan sus partidarios, los que respaldan su deseo de seguir; o quienes creen que está poniendo en peligro la estabilidad del equipo y la inscripción de jugadores por su resistencia a marcharse. La reacción de la grada puede resultar determinante. Un ambiente hostil podría hacerle cambiar de decisión. El cariño de la grada podría obligar al Barça a bajar el clima de tensión que vive con el jugador y su agente en un pulso a punto de explotar. Realmente, solo el caso De Jong puede reventar el Gamper del realismo mágico del Barça.