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Cuatro por dentro

En los tiempos de su legendario Barcelona campeón de dos Champions League, el 4-3-3 era un sistema prácticamente innegociable en el libreto de Pep Guardiola. Empezó a alejarse de él en su última campaña, cuando la llegada de Cesc Fàbregas le dio la oportunidad de juntar al de Arenys de Mar con Busquets, Xavi, Iniesta y Messi. Resulta interesante recuperar el once de aquella semifinal que perdió increíblemente contra el Chelsea en el Camp Nou, porque nos daremos cuenta de que en ese tramo final de su estadía en el banquillo culé puso los fundamentos de una idea que ahora usa con regularidad en el Manchester City y que, por cierto, se parece bastante a la que el propio Xavi está aplicando en el Barça desde que pasó a jugar con Frenkie de Jong, Busquets, Gavi y Pedri formando una especie de cuadrado. Aquel martes 24 de abril de 2012, Guardiola salió con Valdés en la portería; tres centrales: Puyol, Piqué y Mascherano; cuatro por dentro, en diferentes alturas: Busquets, Xavi, Cesc y Messi; dos jugadores abiertos a los costados: Iniesta e Isaac Cuenca, y un delantero, Alexis Sánchez. La lesión de Piqué a los 26 minutos le obligó a modificar la estructura, ingresando Daniel Alves, pero la declaración de intenciones ya estaba presentada. En fase defensiva, Busquets retrocedía para ubicarse al lado de Piqué, exactamente lo mismo que John Stones hizo en el City-Bayern del martes. Ese sistema le permitía llegar con dos amenazas por fuera (Cuenca/Iniesta; Grealish/Bernardo) y con otras dos por detrás del punta: Cesc y Messi aprovechando los movimientos de Alexis; Gündogan y De Bruyne moviéndose cerca de Haaland. Defendiendo, Puyol y Mascherano ejercían de laterales, como Aké y Akanji.

Aquel Barça, el de la 11-12, no ganó ni la Champions ni la Liga, que se la llevó el Real Madrid de Mourinho. Fue, tácticamente, el más rico de los cuatro que construyó el técnico de Santpedor en el Camp Nou (la final del Mundial de Clubes ante el Santos es otro gran ejemplo), pero, lamentablemente, en este juego sólo los resultados convierten las ideas en buenas o malas. Pero a Pep no debió parecerle que se había equivocado, porque se llevó ese esquema para usarlo en el desarrollo futuro de una carrera en la que la idea de tener cada vez a más gente por dentro se ha convertido en un mandamiento principal.