Opinión

Cuando existían las pretemporadas

En los 90 los futbolistas tenían que hacer algo tan obvio como ponerse en forma tras los excesos del verano.

Entrenamiento del Atlético de Madrid.
CHEMA DIAZ
Diego Barcala
Actualizado a

Tenía unos 15 años cuando un amigo me invitó a hacer la pretemporada con el Rayo Majadahonda. Me bastaron un par de días para darme cuenta de que no valía para futbolista. El entrenador, una mezcla de David Vidal y el sargento de ‘La chaqueta metálica’, nos puso a correr por el monte. Durante una semana apenas olimos un balón. El tipo nos esperaba entre los árboles para medirnos las pulsaciones. Me puso el dedo en el cuello y me sentenció: “No te preocupes chaval, todos hemos salido alguna vez de una lesión”. No le pasaba por la cabeza que yo no hubiera salido a correr en mi vida. De hecho, no tenía zapatillas para eso, iba con unas Adidas Campus. En el primer ejercicio con la pelota, hice el regate que le había copiado a Suker pisando la pelota. Me salió y pensé: “Ahora qué…”. Su respuesta la escribió Clint Eastwood: “No vuelvas a hacer eso, es muy difícil”.

Estaba de moda la mano dura. Fabio Capello había llegado a Madrid a enseñarnos la modernidad. Los corresponsales en Nyon hablaban de las broncas del equipo técnico italiano a los jugadores por dejar migas en la mesa. Eran los 90 y los futbolistas tenían que hacer algo tan obvio como ponerse en forma tras un verano de excesos. Los espectadores éramos capaces de apreciar esa mejoría y esos bajones. Todo eso ha desaparecido. Uno puede detectar un poco más de velocidad o acierto de algún jugador, pero en general su rendimiento depende de la confianza mental porque los jugadores modernos siempre están en forma. Nunca dejan de competir. Quizá Marcelo negándose a subir a la báscula, haya sido el último heredero de la bohemia antes de la llegada de los futbolistas atletas.

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Comparto con Roncero su franca añoranza por la desaparición del Trofeo Santiago Bernabéu. Era una puesta de largo de verdad. La vara de medir ante tu público para los fichajes. Incluso había riesgo de fiasco y la directiva se veía obligada a fichar a última hora. Pero Tomás, esto solo nos lleva a la melancolía. El pasado no va a volver, aunque ahora sí salgo a correr.

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