Courtois salvó una noche difícil
Partido raro en Valladolid, con tramos buenos, alguno que no tanto, arbitraje irritante, dos paradones de Courtois y dos goles a última hora de Benzema que le habrán elevado el ánimo. Mucho castigo para el Valladolid, que dio buena pinta y salió malparado, y no sólo por la derrota: sufrió las lesiones de Roque y Escudero, cuyo alcance ya veremos, más la expulsión de Sergio León y una quinta tarjeta en la persona de Iván Sánchez. Al Madrid, al revés, le salió cara. La victoria le recoloca en cabeza a espera del derbi catalán y la plantilla se sacudió la resaca. Este primer partido era extraño, dada la distinta vida que el Mundial ha dado a unos y otros.
La noche tuvo el mal aliño del arbitraje de Munuera, un brasas que ha tomado la línea Mateu, así que ya tenemos dos. Abundoso en explicaciones superfluas (hasta se detuvo a explicarle a Sergio León lo que iba a decidir en el penalti antes de anunciarlo ‘orbi et urbi’), flojo en lo disciplinario e indescifrable en las manos en el área. Pero de esto no vamos a quejarnos mucho, porque de ellas están haciendo Elleray y sus secuaces un misterio teológico a la altura de la esencia del Espíritu Santo. Ya nadie sabe qué es mano y qué no. Esto ya es un ‘a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga’. Al Madrid le dio dos y San Pedro le bendijo una, vía VAR.
Pero no dejó buenas señales el Madrid. Carvajal está mal, otros están regular. Vinicius hizo cosas, pero se desentendió clamorosamente de cualquier sacrificio defensivo. Benzema sigue sin ser él, aunque tuvo la fortuna de taparse con los dos goles finales, de los que si uno fue de penalti el otro lo marcó con una serena y estilosa finalización tras un carrerón de Camavinga. Jugar bien, lo que se dice jugar bien de verdad, sólo lo hizo Courtois, con una parada antológica en cada tiempo. Una a la derecha por arriba, otra a la izquierda por abajo. Pocos porteros en el mundo llegan a esos balones. Gracias a él llegó el Madrid al final en condiciones de cobrar el premio.