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Con empaque cuando las cosas se ponen serias

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Un partido con Alemania es cosa seria, y éste del Mundial de Qatar lo fue en grado extremo. A estas alturas de la competición, se jugó con la tensión y la energía de una eliminatoria directa, cuartos de final, semifinal o algo así. Probablemente fue el mejor encuentro de los que se han disputado hasta ahora, sostenido por la competencia de los dos equipos, bajo sospecha por razones diferentes.

Alemania y España han atravesado un periodo valle, profundo valle además, después de dominar el panorama del fútbol entre 2008 y 2014, con enfrentamientos épicos entre las dos selecciones para dirimir la supremacía: final de la Eurocopa en Viena y semifinal del Mundial 2010 en Durban, en los dos casos con victoria de la selección española. Dos equipos que marcaron la pauta después del éxito de Italia en el Mundial 2006.

En cuestiones de crisis, la de Italia es de una magnitud insondable. Venció en la Eurocopa 2021, pero no se clasificó para esta edición, ni tampoco para la anterior en Rusia 2018. En 2014 cayó eliminada en la primera ronda, la misma decepcionante salida que en 2010. Italia sólo ha ganado un partido desde 2006, pero volverá. Los grandes siempre vuelven, lectura que sirve para Alemania y España, inmersas en dificultades de las que saldrán más pronto que tarde.

España llegó al partido con el sirope añadido de su goleada a Costa Rica, en una demostración perfecta que alivió de tal manera los temores previos, normales a la vista de los precedentes de la Selección en el despegue de los Mundiales, que se generó un entusiasmo ilimitado. Se dispararon las expectativas, una crecida justificada por el extraordinario rendimiento del equipo.

Los jugadores celebran un gol ante Costa Rica.
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Los jugadores celebran un gol ante Costa Rica.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Por accesible que fuera Costa Rica, la Selección llegó con una larga historia de decepciones frente a rivales de poco nombre o sin tradición ganadora en los Mundiales. Austria, en 1978; Irlanda del Norte, en España 82; Corea del Sur (empate a dos) en 1994; Suiza, en 2010. En casi todos los casos, España despertó expectativas que sólo cumplió en el Mundial de Suráfrica.

Si el primer partido ante un adversario inferior fue perfecto, el duelo con Alemania emitió señales francamente positivas. En primer lugar, reflejó la realidad del Mundial, la cantidad de obstáculos que propone y el eterno empaque de los alemanes. En sus mejores momentos siempre fue una selección temible -cuatro Mundiales y tres finales disputadas lo confirman- y en sus peores años, también. Con un equipo bastante peor que el actual, llegó a la final del Mundial 2002.

Como no podía ser de otra manera, Alemania complicó la vida a España, pero resultaron más evidentes las complicaciones que sufrieron los alemanes ante los españoles. Si algo midió el partido, fue el carácter, la disciplina y los recursos de un equipo que necesitaba un partido de altura para despejar dudas, las que se derivan de la inexperiencia de la mayoría de los jugadores en un torneo que provoca tensiones nucleares. Unai Simón, Laporte, Rodri, Gavi, Pedri, Ferrán y Dani Olmo juegan su primer Mundial.

Los jugadores se abrazan en la banda tras el zarpazo de Morata a Alemania.
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Los jugadores se abrazan en la banda tras el zarpazo de Morata a Alemania.Alberto EstevezEFE

La respuesta fue más que positiva en un buen partido, el mejor de los que se han disputado en Qatar. Los matices se corresponden con algunos déficits que, más o menos, estaban previstos. España necesita una dosis máxima de control, y no siempre lo consiguió, en parte porque Alemania llenó el campo de centrocampistas. También porque los alemanes hicieron virtud de la necesidad y eligieron en la media hora final un encuentro de ida y vuelta. Merecía una respuesta más tranquila y académica de España, pero el juego se volvió racheado, Sané ingresó para agitarlo aún más y la selección no encontró la manera de bajar las pulsaciones en los últimos minutos. Si aprendió esta lección, ya tiene la receta para futuras ocasiones. Por lo demás, funcionó con el empaque de los equipos buenos. Muy buenos.