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El ‘viniciusistema’, aquel hallazgo de Ancelotti que tan bien definió Antonio Romero, va dejando paso al ‘bellinghamsistema’, o así me lo parece. En estos dos partidos he visto a Vinicius intervenir algo menos. Aunque mejoró su desempeño de San Mamés y hasta marcó, ya no define como en las dos últimas temporadas el ataque del Madrid. Pienso que echa de menos a Benzema, cuya proximidad le estimulaba. Ahora es Bellingham, ese recién llegado que ha entrado en el equipo como mano en guante, el que define el juego de ataque. Enciende el interruptor desde la media punta y marca con facilidad. Las gallinas que entran por las que salen.
Gustó el Almería, que no lo puso fácil, empezó agrupándose bien atrás y se adelantó en un contraataque perfecto resuelto con frentazo impecable de Arribas. Luego encajó el primer gol de Bellingham en un rebote y con dudas sobre si el balón tocó o no previamente el brazo del madridista, pero se repuso bien y a partir de ahí alternó varias fases en juego con el Madrid. Se movió, se manejó y llegó, hasta el punto de que Lunin, que tuvo una segunda oportunidad mientras Kepa, con sólo dos entrenamientos, esperaba en el banquillo, no estuvo ocioso, ni mucho menos. Se le vio más que a su colega almeriense, Maximiano, y se fue con buena nota.
Pero según avanzó la segunda parte el poderío de la media del Madrid fue decantando la contienda. Eso y la mejor puntería. Kroos, que tuvo su sitio por unas molestas de Camavinga, le puso el 1-2 en la cabeza a Bellingham con un centro dulcísimo que el inglés no desaprovechó. Más tarde Vinicius alegraría su noche con un bonito gol que le vendrá bien. Quedó tiempo para ver un poco de Modric, lo que siempre es mucho, y para una carrera estelar de Brahim, tan generoso al final que quiso darle el gol a Joselu y ahí se perdió la jugada. En fin, dos salidas, seis puntos, cinco goles marcados, tres de ellos de Bellingham. El Madrid tiene derecho a sonreír.






